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Le Monde: Atención francesa, adiós a la electricidad en 2016

El diario francés Le Monde, en la edición del 19 de noviembre de 2013, publicó en el suplemento Eco&Entreprise un dossier titulado "Electricidad el miedo a la oscuridad", afirmando que "la luz se apagará el 8 de febrero de 2016" - Aquí está la traducción del editorial de Philippe Escande, editado por el blog On-Off de Assoelettrica.

Le Monde: Atención francesa, adiós a la electricidad en 2016

Atención. La luz se apagará el 8 de febrero de 2016. Prepare velas y linternas. Se espera la recuperación económica, la tierra se calienta, pero la red eléctrica francesa está al borde de la saturación. Lo dice el gestor, la discreta RTE, Réseau de Transport de l'Electricité, que estima, teniendo en cuenta la evolución de la demanda y en particular el pico extraordinario del 8 de febrero de 2009, que la red francesa, con sus 100 kilómetros de líneas y torres que irrigan la economía nacional se acercarán a la congestión en 2016. Dos años para evitar la catástrofe que podría sumir regiones enteras en la oscuridad y el caos.

Dos fenómenos señalados por los especialistas. La primera es paradójica. La crisis económica, que provoca una reducción del consumo eléctrico, determina una reducción de los precios y obliga a los operadores a cerrar las plantas de gas menos rentables. Pero precisamente estos, por poder activarse en muy poco tiempo, son de gran utilidad en caso de picos de demanda. Sobre todo ante la difusión, apoyada en gran parte por EDF, de la calefacción doméstica eléctrica. Esto permite amortizar el coste de las centrales nucleares, pero provoca que los niveles de consumo se disparen durante el invierno, hasta el doble de los registrados en verano. Esta particularidad conduce a la singular situación de una Francia que es exportadora neta de electricidad anualmente, pero que se ve obligada a importar en caso de olas de frío. Y el cierre de plantas de gas no rentables aumenta aún más esta dependencia de países extranjeros.

El segundo fenómeno es la irrupción repentina y masiva de la electricidad procedente de fuentes renovables. Priorizar el despacho, la energía eólica y la fotovoltaica reducen la demanda eléctrica dirigida a las centrales térmicas de gas o carbón, lo que empuja aún más a su cierre. Este maremoto se convirtió en un tsunami cuando Berlín decidió, sin concertación alguna, cerrar la mitad de sus plantas de energía nuclear. Esta medida se tomó a raíz del desastre de Fukushima y que desequilibró los flujos de energía, no solo a través del Rin, lo que provocó el desarrollo de una nueva generación de centrales eléctricas de carbón menos costosas, sino también frente a los países vecinos.

Para evitar un regreso a las velas, se deben tomar tres iniciativas. En primer lugar: armonizar y definir una política energética europea que tenga en cuenta la capacidad de generación y los patrones de consumo de todos. En segundo lugar: reforzar los programas de ahorro energético, especialmente en Francia, desintoxicando el Hexágono de su gusto irracional por la calefacción eléctrica a través de sistemas estáticos (no bombas de calor, sino paneles radiantes, ndt). Por último: invertir. En primer lugar en la extensión de la red, para potenciar las interconexiones internacionales, pero sobre todo desarrollando masivamente redes inteligentes capaces de gestionar la producción y la demanda con la máxima eficiencia.

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