Un plan estratégico de 160 millones de euros para acelerar el crecimiento de la empresa con sede en Turín en el exterior. Es el que ilustra esta mañana en una entrevista el director general de Lavazza, Antonio Baravalle.
El primer objetivo es crecer en el segmento de las cápsulas que actualmente ocupa el 3% del mercado, pero está destinado, según el plan de la empresa, a alcanzar rápidamente el 20%. Este pretende ser competitivo en los próximos años de cara a un proceso de consolidación que, al igual que el sector cervecero, también podría involucrar al sector cafetalero. “En un futuro próximo –anunció Baravalle– sucederá en el mundo del café lo que pasó con la cerveza: un gigantesco proceso de agregación. Tarde o temprano tendremos que sentarnos en una mesa con los demás productores. Tenemos que llegar con los hombros anchos para poder negociar desde posiciones de fuerza”.
Lavazza, que hoy ocupa el octavo lugar entre los tostadores de todo el mundo, con el 54 % de la facturación lograda en Italia y el 46 % en el extranjero, tiene la intención de lograr una relación Italia-extranjero de 30-70. Sin embargo, la empresa excluye recurrir a recursos financieros externos, reiterando que es precisamente el hecho de no cotizar en Bolsa lo que deja a la empresa la libertad de movimiento que la distingue.
Las inversiones anunciadas vienen dictadas, según Baravalle, por la voluntad de seguir produciendo en las cuatro plantas italianas: Gattinara y Settimo Torinese en Piamonte, Verrès en Valle d'Aosta y Pozzilli en Molise, reabiertas la semana pasada poco más de un año después de un accidente que había destruido completamente la planta.
Gattinara se confirma como el centro de referencia de Lavazza por su excelente relación con el área local y con los sindicatos: “Tenemos un contrato complementario que garantiza la flexibilidad en los horarios y la polivalencia en las tareas. Nuestro objetivo es crear fábricas capaces de producir tanto café en cápsulas como molido. Solo así podremos responder rápidamente a los picos del mercado repartiendo el riesgo entre varias fábricas”. Una planta de producción multifuncional, para cuya construcción la compañía ha previsto una inversión de 60 millones de euros. A estos se suman otros 100 millones, ya anunciados por Lavazza hace un tiempo, para la construcción de la nueva sede de la compañía en Turín.
Baravalle también valora positivamente la gobernanza de Lavazza, una empresa familiar de cuarta generación que ha colaborado con directivos externos para la gestión operativa del grupo.
