comparte

Libia inflama ENI y Piazza Affari

Mientras a nivel político el futuro de Trípoli está lleno de incertidumbres, los mercados apuestan por la continuidad de las relaciones comerciales con Italia y con la empresa dirigida por Paolo Scaroni en particular – Ministro Romani: “Estamos haciendo una enmienda, yo no no sé si maniobra, por los cientos de empresas que han sufrido daños en el país africano”.

Libia inflama ENI y Piazza Affari

Las divisiones dentro del Consejo Nacional de Transición (CNT) que está a punto de tomar el poder en Trípoli no parece probable que produzcan una discontinuidad en términos de políticas energéticas con el régimen de Gaddafi. A eso le apuestan los mercados, que esta mañana, tras un comienzo cuesta arriba, de repente se "dio la vuelta", premiando a Milán (+2,29%), es decir, el centro financiero del país más cercano al régimen del coronel y sobre todo a Eni (+ 4,81%), o la petrolera que al comienzo de la guerra civil parecía tener todo que perder y nada que ganar con una cambio de régimen en Trípoli.

Pero parece que también hay buenas noticias a la vista para las otras empresas italianas activas en Libia: "Prevemos una enmienda, no sé si es una maniobra - explicó el Ministro de Desarrollo Económico, Paolo Romani, en el encuentro de Comunión y Liberación - por los cientos de empresas que han resultado dañadas en Libia”. En cualquier caso, Italia "seguirá manteniendo el papel que siempre ha tenido en este país, incluso con el nuevo gobierno". 

Sin embargo, en el frente político, al menos por el momento, no hay ni la sombra de un consenso similar. Cuando un tirano no es más que la expresión de sus propios intereses, de sus propias familias y de algunas tribus, entre sus opositores hay sitio para todos: socialistas y empresarios, laicos e islamistas, opositores primerizos y refugiados de última hora. Por no hablar de las milicias, que sin demasiadas superestructuras políticas, ideológicas o espirituales han contribuido a nivel local a derribar el régimen, sin escatimar en muchas ocasiones las críticas a la aplaudida aproximación estratégico-militar del brazo armado del Consejo.

Es también por ello que el futuro de Libia y de las relaciones políticas que la unen al resto del mundo está salpicado de interrogantes. ¿Podrán los rebeldes evitar un vacío de poder similar al que siguió a la caída de Saddam Hussein en Irak? ¿Resistirán la tentación de acabar con la burocracia que sirvió bajo Gaddafi para dar paso a sus propios hombres? ¿Se tomará en consideración a la comunidad de expatriados libios que durante las décadas del régimen adquirieron, trabajando y viajando por el resto del mundo, habilidades que hoy no se encuentran en el país o se les tildará de élite alejada del sentimiento popular? ?

Y, sobre todo, ¿qué papel jugarán las tribus que durante siglos han sido las principales protagonistas de la lucha por el poder en el país norteafricano? Lo que les ha sucedido a los seguidores de Gaddafi en las montañas del oeste del país, en Bengasi y en los alrededores de la ciudad de Misrata no augura nada bueno. Qué preocupante es la sed de venganza de los Obedi, la tribu a la que pertenecía el general Abdul Fattah Younes, primero hombre fuerte del régimen, luego comandante en jefe de las fuerzas hostiles a Gadafi y luego víctima de su propia duplicidad y de la clima de recelo que reina desde hace tiempo entre los premiados.

De momento, el CNT de Benghazi ha insistido sabiamente en su carácter "transitorio", explicando que una vez ganada la guerra dará vida a un gobierno de unidad nacional y que la sede que lo albergará -para disipar el miedo de una ciudad tomando el relevo de la otra, será Trípoli. Si en el clima sobreexcitado posterior a la victoria será fácil mantener la fe con buenas intenciones, nadie lo sabe.

Las pocas certezas tras Gadafi tienen que ver con Estados Unidos, nada interesado, tras las experiencias de Afganistán e Irak, en asentarse en el tercer país musulmán inestable y dividido dentro de diez años. Por tanto, le tocará a Europa respaldar al nuevo gobierno y es de imaginar que en las próximas horas las diplomacias (las oficiales, porque las comerciales, como demuestra Eni, parecen haber tenido mucho que ver en los últimos meses). ) tendrá mucho que hacer. A ellos también les corresponderá asegurarse de que la profecía de un "éxito catastrófico" no se haga realidad. Demostrando la misma eficacia, visión y unidad de propósito que está mostrando el sector privado y por el que apuestan las bolsas de valores esta mañana.

Revisión