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Ferrero y la dulce sorpresa de ir de compras

Tras 69 años de crecimiento interno, el grupo de confitería con sede en Alba ha dado un giro y ha comenzado a realizar adquisiciones, como la última en EE. UU., donde quiere crecer aún más, disponiendo de una importante liquidez y sólidos beneficios

En sus primeros 69 años de actividad, Ferrero, fundada en Alba en 1946, siempre ha crecido internamente, es decir, sin realizar nunca adquisiciones de otras industrias. Siempre se ha desarrollado lanzando nuevos productos y nuevas marcas propias, entrando en nuevos mercados, construyendo fábricas también en otros países, modificando internamente su maquinaria y sistemas, sin siquiera patentarlos, para que permanezcan inimitables para terceros. Una estrategia que ha dado sus frutos, y que, por tanto, parecía destinada a continuar.

En cambio, sorprendiendo a muchos, Giovanni Ferrero, el último hijo del inolvidable Michele, nada más tomar el mando del coloso repostero nacido en Alba, cambió de rumbo. Ha comenzado a comprar otras empresas, a ampliar la diversificación de la oferta y, recientemente, incluso ha llegado a un acuerdo con Unilever, multinacional angloholandesa, para comercializar helados de la marca Kinder a partir del próximo año.

Entre otras cosas, el eco de la adquisición de la estadounidense Ferrara Candy aún no se ha extinguido (caramelos y golosinas, facturación de mil millones de dólares al año, dos plantas en Illinois y dos en México, más de 3.200 empleados), esa noticia se ha corrido. de la inminente compra de otra gran empresa estadounidense de confitería. Una indiscreción ni siquiera comentada por Ferrero, cuyo número 1, sin embargo, reafirmaba la voluntad de seguir creciendo en EE. UU., hasta ahora el quinto mercado de la Casa de Nutella, Tic Tacs, Rochers, Pocket Coffee, Mon Chéri...

Incluso en la historia oficial, se considera que la primera adquisición fue la de la británica Thorntons, una industria de confitería con unos 3.500 empleados y una facturación anual de 300 millones de euros) que tuvo lugar en agosto de 2015, seis meses después de la muerte de Michele Ferrero y un año después había sido absorbida la empresa turca Oltan, líder en la producción de avellanas, con una facturación superior a los 500 millones de dólares. Después de Thorntons fue el turno de la holandesa Delacre y luego de la estadounidense Fannie May, productora de chocolate "premium".

Todas las adquisiciones sin problemas, porque el grupo Ferrero, que en el último ejercicio facturó 10,3 millones de euros, tiene una liquidez considerable y sigue obteniendo unos beneficios igualmente notables. Con más de 30.000 empleados, Ferrero vende sus productos en 170 países. Solo este año fue el primer grupo del mundo por reputación en el sector de la alimentación y el primer italiano en el ranking mundial.

Desde el blog Noroeste.

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