Si le preguntáramos a cualquier gerente de una empresa, frente a una audiencia de periodistas, si es cierto que la corrupción es mala para el sistema, la respuesta casi seguro será afirmativa. Sin embargo, si la pregunta se hiciera de forma anónima, ¿tendríamos la misma respuesta? ¿Sería igual para todos los ejecutivos de la empresa?
Para responder a esta pregunta, en 2015 Ernst & Young (EY) realizó alrededor de 3800 entrevistas online anónimas (de las cuales 100 en Italia) con grandes empresas en 38 países diferentes. Las empresas que respondieron a la encuesta se dividieron entre las creadas en los últimos dos años (936) y las empresas existentes y en funcionamiento desde hace más de dos años (2802).
Este desglose muestra que el 25% de la muestra formada por empresas creadas en los dos años anteriores a la encuesta cree que ofrecer obsequios a terceros puede estar justificado si ayuda a la supervivencia de la empresa; este porcentaje, en empresas creadas y operativas desde hace más de 2 años, desciende ocho puntos, hasta el 17%.
La encuesta también muestra que existe una diferencia al juzgar la oferta de pagos en efectivo a terceros. En las empresas "jóvenes", el 25% de los sujetos justifica los pagos mencionados si ayudan a la supervivencia de la empresa, mientras que en las empresas "menos jóvenes" que llevan más de dos años operando, los pagos en efectivo destinados al crecimiento empresarial solo son considerados por el 15 % % de la misma.
La oferta de cualquier tipo de entretenimiento (por ejemplo cenas u otros) por parte de las empresas a terceros sigue la misma tendencia: está justificada por los directivos de la empresa en el 22% de las empresas jóvenes y en el 15% de las que llevan más de 2 años en activo.
Estos resultados muestran cómo estas prácticas ambiguas son más aceptadas por las empresas jóvenes, que presumiblemente aún no han entrado en la arena competitiva de manera efectiva, y menos justificadas por las empresas consolidadas que, en promedio, han presidido segmentos importantes del mercado.
Los pagos en efectivo, las ofertas de entretenimiento y los obsequios se encuadran en la denominada "zona gris". Comprende todo lo que, no siempre siendo objetivamente bien definible, puede ser entendido de vez en cuando según las circunstancias y una mirada subjetiva, como lícito o ilícito.
Tal como lo prevén documentos emitidos por organismos internacionales de autoridad (OCDE), las prácticas que se encuentran en la "zona gris" deben ser reguladas oportunamente por las normas internas de la empresa para evitar que constituyan episodios reales de corrupción. Si es cierto, de hecho, que en el corto plazo la corrupción puede generar aumentos en los ingresos, en el mediano-largo plazo puede generar importantes efectos negativos en la continuidad del negocio debido a daños reputacionales y multas.
En la encuesta reactivada por EY en 2016, a la que acudieron 2825 empresas de todo el mundo, no se hizo la subdivisión entre empresas de reciente creación y menos recientes, sino que simplemente se preguntó a los organismos cuál de las prácticas mencionadas anteriormente se puede justificar si la ayuda para sobrevivir a una recesión económica: la cifra significativa que surgió se basó en el porcentaje del 24% que las empresas citaron como "ofertas de entretenimiento" pero, más aún, en el 36% de la muestra que identificó más de una práctica entre las ofertas de entretenimiento , regalos y pagos en efectivo.
