Italia viene destacando desde hace algunos meses un fuerte deterioro de la situación económica. En parte, esto es atribuible a una imagen europea que está demostrando ser decididamente menos positiva de lo esperado. También cuenta la peculiar situación de nuestro país, que ha llevado a los mercados financieros a evaluar negativamente los programas de política económica del gobierno.
Las tensiones han ido disminuyendo durante unos días., a la luz de la posibilidad de una redefinición de los contornos de la maniobra. Sin embargo, comienzan a surgir señales de que la incertidumbre y el deterioro crediticio se están transmitiendo a la economía.
Por otro lado, el escenario económico internacional no configura un escenario favorable a una discontinuidad en la política económica italiana. Porque ha aumentado el grado de aversión al riesgo en los mercados financieros, como demuestra el comportamiento de las bolsas, y porque los dos últimos meses han traído varias malas noticias sobre la economía europea. La desaceleración que surgió a principios de año está lejos de ser temporal, y la parte final de 2018 no muestra signos de un cambio de tendencia.
También en Italia los últimos datos no son alentadores. En pocas semanas, por tanto, las perspectivas de crecimiento han disminuido, y esto ciertamente no ayuda a mejorar la confianza de los mercados financieros. En el lado positivo, existe un relativo optimismo por parte de los consumidores. La "luna de miel" entre las familias y el gobierno continúa, no solo en los sondeos electorales.
