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Inmigrantes, ¿intervención de Letta? Solo buenas intenciones

DESDE EL SITIO WEST-INFO.EU – La ley recientemente aprobada al respecto (art. n.33, del Decreto Ley del pasado 21 de junio), modifica poco o nada la carrera de obstáculos que se les impone para obtener la naturalización – Por tres vicios de fondo: tanto en la forma como en el fondo

Inmigrantes, ¿intervención de Letta? Solo buenas intenciones

No es cierto, como sostiene el Gobierno, que a partir de ahora será más fácil que los hijos de inmigrantes nacidos en Italia, si así lo desean, se conviertan en nuestros conciudadanos. Considerando que la ley recientemente aprobada al respecto (art. n.33, del Decreto Ley del 21 de junio), poco o nada modifica la carrera de obstáculos que se les impone para obtener la naturalización. Por tres defectos básicos. Tanto en la forma como en el fondo.

Comencemos por el párrafo inicial de la disposición: “A los efectos del artículo 4, párrafo 2, de la ley de 5 de febrero de 1992, n. 91, el interesado no es imputable a ningún incumplimiento imputable a los padres oa las oficinas de la AP, y puede acreditar la posesión de los requisitos con cualquier otra documentación idónea”. Buenas intenciones. Pero no específicas, reformas obligatorias para modificar la legislación vigente.

Con la complicación añadida de que el texto hace referencia a la Ley de Ciudadanía de 1992 y olvida su mucho más importante reglamento de ejecución, publicado con dos años de retraso en febrero de 1994. Un descuido que no es venial sino capital. Aunque sólo sea porque las condiciones exigidas a los hijos de inmigrantes para solicitar la nacionalidad sólo están señaladas de forma genérica en un artículo de la Ley de 92 distinto del que las especifica en el Reglamento de desarrollo. Un qui pro quo que provocará, como es fácil imaginar, un sinfín de disputas interpretativas. Pero eso subyace a una segunda limitación más seria.

El texto del gobierno, de hecho, guarda silencio sobre los procedimientos de implementación.. No es una pequeña brecha. Ya que una ley, a falta de un acto que regule los tiempos, formas y procedimientos de aplicación, aun estando vigente, permanece en el limbo. No se ha implementado. Salvo que recurramos, aquí cae el burro, al instrumento "suplente" utilizado muchas veces en el pasado: las circulares interpretativas ministeriales. Terminando, ex post y en silencio, por devolver el poder a las sutilezas discrecionales de la burocracia que, en cambio, nos gustaría eliminar. Pero no termina ahí.

Hay, de hecho, un tercer punto dolens. Dado que no se pensó en meterle mano a la cláusula que, de todas las cosas, más ha complicado la vida de muchos jóvenes aspirantes a neoitalianos extranjeros. De acuerdo con la ley actual "Un extranjero nacido en Italia, que haya residido legalmente allí sin interrupción hasta alcanzar la mayoría de edad, se convierte en ciudadano si declara su intención de adquirir la ciudadanía italiana" (art. 4, párrafo 2, Ley n. 91). “La declaración de voluntad... debe ser correlativa con... la documentación relativa a la residencia” (artículo 3, inciso 4, Reglamento de la Ley N° 91). Con la consecuencia de que unas vacaciones normales en el extranjero o un viaje al país de origen de los padres, lo que representa una violación de la "residencia ininterrumpida", permitió que el funcionario de turno se burlara y bloqueara, a su discreción, la solicitud de adquisición de la ciudadanía italiana.

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