El gobierno de Letta pasa la prueba de la confianza en el Senado (235 sí, 70 no y ninguna abstención), pero esta no es la noticia política del día. Que el Ejecutivo hubiera encontrado los números para sobrevivir era prácticamente seguro, como lo demuestra la evolución de los mercados (Bolsa y spread) durante las últimas sesiones. La verdadera noticia es la grieta ya incurable que se ha abierto en el PDL.
En un movimiento sorpresivo, durante las explicaciones de voto en el Palacio Madama, Silvio Berlusconi anunció su intención de votar a favor de la confianza. Palabras que contradicen claramente las últimas posiciones del Caballero, que sólo el pasado sábado había forzado la dimisión de los ministros Pidiellini y aún ayer seguía predicando contra la continuación de los amplios acuerdos.
La voltereta en la que se dio la ex Premier fue ante todo una señal de rendición al fuego amigo (el de las palomas y sobre todo de los ministros, opuestos a la crisis), pero no fue suficiente para volver a montar las filas del partido. El proceso que se ha iniciado parece irreversible: "Ahora hay dos clases dominantes incompatibles", trunca el ministro pidiellino Gaetano Quagliariello.
Dicho y hecho: nacía en la Cámara un nuevo grupo formado por exiliados del Pdl. Por el momento, hay 12 miembros de honor, pero ya se ha anunciado que llegará a 26 (se necesitan al menos 20). En la lista de nombres destacan los del secretario Angelino Alfano y los ministros Lupi, Lorenzin y De Girolamo. Por la tarde, el senador Roberto Formigoni propondrá formar un grupo autónomo también en el Senado.
Por un lado, pues, los fundamentalistas de Berlusconi como Sandro Bondi y Maria Stella Gelmini, nuevos abanderados de la renovada Forza Italia; por el otro los "diferentemente Berlusconi" (quizás se llamen "Popular", quizás sigan siendo Pdl), nuevas criaturas parlamentarias bautizadas y dirigidas por el secretario Angelino Alfano. Lo único seguro es que a partir de ahora la relación entre el Delfín y el Jefe ya no será la misma.
