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El discreto encanto de la confianza, pero hacen falta reformas concretas para recuperar el de los ciudadanos

Para recuperar el consenso de inversores, empresarios, trabajadores y organismos sociales intermedios, se necesitan signos concretos de cambio - La historia de la reforma del mercado laboral demuestra lo difícil que es

Antes de la partida del primer ministro Monti para el largo viaje hacia el Este, el gobierno obtuvo el duodécimo voto de confianza sobre el decreto "Grow Italy". El gobierno de Berlusconi vivió durante tres años y unos meses con 53 votos de confianza. La misión a Oriente, tras las coronadas con gran éxito en la City y Wall Street, pretende ganarse la confianza de los inversores asiáticos, que representan a las potencias económicas emergentes.

En Cernobbio, justo antes de partir para la misión, tuvo un lindo show Susanna Camusso, quien saludó al presidente Monti con la frase "por favor no le digan a los inversores que ahora pueden venir a Italia porque es posible despedir a la gente", obteniendo una tranquilizadora respuesta: "no te preocupes, usaré otros argumentos". Es una verdadera lástima que durante el viaje la Premier se dejara escapar, o enviara intencionadamente mensajes a los partidos, alegando "yo tengo la confianza de los italianos, los partidos no", una indudable caída de estilo para quienes en su momento de la presentación de su gobierno a las Cámaras y el pedido de confianza, había enfatizado en reiteradas ocasiones el papel fundamental de la política y la voluntad de ponerse al servicio del país para luego volver la mano a la política, concepto repetido en varias ocasiones con motivo de la presentación de las medidas gubernamentales Salva Italia, Cresci Italia , Reforma del mercado laboral. Los comentaristas de las distintas alineaciones se dieron el gusto de comentar el "mensaje del Lejano Oriente", con el componente de fascinación que ese mundo siempre ha ejercido, del Premier que, además, en la carta publicada por Corriere el 31 de marzo afirma han sido incomprendidos y trata de mitigar la pequeña tormenta suscitada.

Desde que estalló la crisis económica se ha repetido que, además de paliar los efectos de la misma sobre la reducción de rentas y el aumento del paro, es necesario "recuperar la confianza" de inversores, empresarios, trabajadores, cuerpos intermedios. Se agrega que, para hacer esto, se necesitan signos y comportamientos concretos para ayudar a los italianos a "recuperar la confianza" en las instituciones, en el funcionamiento de los mercados (algunos considerados ahorradores), en una nueva política, en ellos mismos.

En referencia a la negociación de la nueva legislación laboral, en un inicio el gobierno y los interlocutores sociales manifestaron “confianza” en la posibilidad de llegar a un equilibrio satisfactorio para todas las partes, luego se acusaron mutuamente de haber traicionado la confianza, finalmente, al menos una parte del mundo del trabajo se ha declarado disconforme con la solución propuesta por el gobierno en relación con el art. 18. Sería simplista pensar que este cargo pertenece sólo a CGL o FIOM que “le tiran la chaqueta a Camusso”, dejando de lado el descontento que surge entre muchos empleados de muchas empresas que presentan situaciones de dificultad económica, algunas objetivas y dependientes de situaciones aspectos estructurales del sector, otros provocados por errores de empresarios y directivos (no imputables, por tanto, a la baja productividad y elevados costes laborales), otros sobre los que no se ha disipado la duda del "uso instrumental". La respuesta que dieron el ministro Fornero y el primer ministro Monti a estas perplejidades en la rueda de prensa de presentación de la reforma se resumió en los siguientes términos: "vamos a asegurar que no haya abusos", que significa "tener fe". Aparte de que, en la mejor de las hipótesis, dada la fibrilación de los partidos y el Gobierno en los últimos días, el actual Ejecutivo durará hasta 2013 y no está claro qué garantías puede dar sobre la aplicación de una legislación de este tipo. , es posible hacer una consideración muy simple. En lugar de pedir una genérica "confianza en la aplicación de la legislación" relativa al artículo 18, el gobierno podría y podría especificar mejor e incluir en la legislación las herramientas con las que pretende "monitorear y supervisar" la aplicación y "prevenir o reprimir los casos de abuso".

Como las declaraciones nunca son neutras, ciertamente la declaración contundente y seca del primer ministro Monti según la cual "nadie debe engañarse de que puede cambiar la reforma en sus elementos esenciales" (la referencia al artículo 18 era evidente, ya que todos los partidos sociales acordado y apreciado otras partes de la disposición) por un lado debe haber tranquilizado a algunos (inversores, empresarios, partidarios de la máxima flexibilidad a la salida para favorecer la entrada en el mercado laboral) pero por otro ciertamente no tranquilizó ni en tiempos ni en formas la mayoría de los que podrían sufrir un uso distorsionado de la flexibilidad. Además, la reforma presentada como incentivo y herramienta para “dar confianza a los jóvenes” conlleva riesgos indiscutibles de “quitarles la confianza” a gran parte de las personas respecto a un modelo económico que parece favorecer cada vez más a los trabajadores amparados por el art. 18, sino los lobbies que han llevado al debilitamiento de las disposiciones liberalizadoras, que rigen los spreads, que mueven negocios y plantas de un país a otro en pocas semanas, que mueven grandes capitales generando desequilibrios globales.

Realmente lleva a la conclusión de que hoy existe un "discreto encanto de confianza" que, sin embargo, a menudo se interpreta como una petición de confianza en los demás, sin comprometerse con uno mismo. Más que confianza, me parece que en muchos de los casos mencionados anteriormente se están pidiendo actos de fe en la razón de alguien. Entonces recuerdo el dicho popular, que escuché en mi juventud, según el cual “la fe es dada a Dios, la confianza a los hombres, bajo control”. Dado que en la sociedad de la velocidad los controles corren el riesgo de llegar cuando los problemas están hechos, "cerrando la puerta cuando los bueyes se han escapado", sería conveniente pedir confianza junto con la propuesta de herramientas para reducir el riesgo de que sea traicionada.

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