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La decadencia de los bancos y la excepción de .Banca di Cabel

La sucursal totalmente automatizada lanzada la semana pasada por .Banca de la red Empoli Cabel es una piedra en el estanque de los bancos tradicionales pero también es un testimonio de cómo la innovación y la tecnología pueden representar una carta para recuperar la confianza del territorio

La decadencia de los bancos y la excepción de .Banca di Cabel

Pensando en los bancos uno recordaría el "Canti Orfici" de Dino Campana. Y tal vez eso es exactamente lo que es. El gran y desafortunado poeta de Marradi (Florencia) amaba las yuxtaposiciones y contrastes de colores, música y versos como si sus discontinuidades y contrastes revelaran la esencia prohibida de la vida. La sugerencia surge de la presentación de .Banca by Cabel, un outsourcer innovador en la remodelación de procesos bancarios. Banca es una microcontadora totalmente automatizada capaz de hacer que el cliente realice todas las operaciones bancarias, guiándolo de forma remota gracias a la ayuda de un operador de videoconferencia incluso a varios kilómetros de distancia. En la concepción de los creadores debe ser una herramienta útil para fiscalizar el territorio bancario a bajo costo. 

Cómo enmarcar una iniciativa así cuando en el mundo de los bancos hay estrategias tan infladas que resultan empalagosas: recortes lineales, despidos, cierre de sucursales y liquidación de activos hasta ayer estratégicos. Y esto por una revisión del gasto que, en nombre de un tardío repunte de la eficiencia tras años de despilfarro, propone una vergonzosa retirada del territorio, sin tener en cuenta los perjuicios económicos y sociales derivados de la exclusión de los servicios bancarios de una parte de la población hasta hace poco engatusó como un activo real a la banca comercial real. ¿De qué sirve invertir en innovación y tecnología en un contexto de recortes incondicionales? ¿Está seguro de que un país como el nuestro puede permitirse perseguir los objetivos de transformación de una industria que necesita reconvertirse como la banca?

Una mirada a lo que está pasando y entenderemos mejor lo que significa el título: los bancos de la zona corren el riesgo de crear un vacío. Los aclamados bancos locales, incluso los más grandes -argumentaron los practicantes y académicos del tema- cuidan el territorio, incorporan a miles de accionistas que se convierten en sus clientes y son capaces de monitorear las líneas de crédito mejor que las grandes instituciones precisamente porque un presidente o un director en el cargo por veinte años o más realmente sabe cómo está el negocio en el área. 

Un poco como un jardinero escrupuloso que sabe cómo eliminar los parásitos de las plantas, cuándo podar las ramas caducas, cómo resguardar los cultivos del granizo y del frío. En los bancos más pequeños se exaltó la proximidad al cliente, la cristalización de formularios, el compartir negocios inmobiliarios. Una especie de división del trabajo en la oferta de crédito que lamentablemente ya no tendrá éxito en nuestro país: tanto grandes como pequeños han terminado en muchos casos conversando con las camarillas locales de la política y, lamentablemente, a veces del hampa. . 

¡Y las cuentas no cuadran porque los bancos locales eran los mejores porque conocían la zona!, y así muchas de las alabanzas tejidas ya no son actuales y la atención se dirige a la solución de las crisis bancarias, dado que los mecanismos virtuosos encapsulados como El ADN de las numerosas cajas de ahorros, bancos populares y mutualistas e incluso el mayor banco territorial italiano, el MPS, dispersos en la tercera y cuarta Italia próspera, ya no está. La visión casi elegíaca chocó con la fuerza brutal de la historia y la realidad. En general, el mecanismo, al final, ha funcionado al revés. En demasiados casos, los altos órganos han perseguido la mala administración, en complicidad con una base social domada por favores y favores que consolidaban las operaciones del banco con amigos de amigos. 

Cosas ya conocidas que se han visto reflejadas en pérdidas y costes operativos que ya no son sostenibles. Las consecuencias macroeconómicas son devastadoras. La actividad bancaria, en muchas partes de Italia, ya casi no existe y no solo en términos de intermediación debido a los efectos ominosos de la crisis crediticia Como es bien sabido, el banco hace tres cosas: dinero, crédito y finanzas. Además del crédito, la situación es aún más negativa en la función monetaria. Según los últimos datos publicados por el Banco Central Europeo, nuestro país es un caso único en el mundo. De hecho, hoy no sólo se plantean los problemas de la transición a la Zona Única Europea de Pagos (SEPA) o de batallas más o menos ganadas en la guerra contra el efectivo; hoy el país juega dramáticamente el destino de la industria de pagos nacional relegada, con sus volúmenes insignificantes, a un papel secundario frente a los principales competidores europeos. 

Solo cuatro mil millones de transacciones al año en comparación con los 18/19 mil millones de cada uno de los tres países líderes del Reino Unido, Alemania y Francia. Hace diez años en términos relativos estábamos mucho mejor posicionados. Si asociamos la contracción del crédito y la disminución de los servicios de pago, surge un cuadro de desertificación bancaria progresiva, es decir, la salida de familias y empresas de los bancos con costos sociales muy altos. La estrategia de retomar desde el vacío que la banca sigue cavando en el territorio es la única factible con nuevas iniciativas centradas en la inclusión financiera y el desarrollo de pagos más eficientes para hogares y empresas, pues son servicios esenciales que ya no se pueden pospuesto Quiero decir más: son derechos de los ciudadanos. 

Y quizás también sean la forma más serena de volver al crédito, evitando peligrosos atajos que generan nuevas formas de desintermediación (léase minibonos y similares). Ahora es el momento de prepararse para trabajar en serio, frenando el declive que, en cambio, parece obstinadamente perseguido, cavando un vacío creciente en el territorio. No hay que morirse de restricción de crédito y omisión de servicios bancarios, porque uno se encamina hacia una suerte de autodestrucción culposa.La microventana .Banca de Cabel es una forma innovadora y cómoda de reiniciar, alejándose de las elecciones irresponsables de los últimos años. . 

Y se trata de una elección no contracéntrica en el sentido de que a través de estas estructuras, repartidas por el territorio, otros servicios, tanto públicos como privados, así como bancarios. Es una oportunidad para redescubrir aquellas funciones de utilidad pública que el banco siempre ha tenido en desarrollo como infraestructura, incluso antes de ser empresa. Y entonces, tomando prestadas las palabras de Campana, podríamos afirmar, con esperanza renacida, que, en el peor de los mundos posibles, algo sale en cambio para bien.

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