Estimado director,
Nada extraordinario como se ve. Excepto que el senador se llama Luigi Compagna y es (no por mi elección) mi hermano. Con él, precisamente en un intento de no tener oportunidades de confrontación, he evitado tener relación alguna durante algún tiempo, dadas sus opciones políticas aventureras y nada encomiables. Ahora, sin embargo, sucede que Ansa, al denunciar su imprudente iniciativa, el lunes por la tarde señala a Guido Compagna (así me llamo) como autor. Informado de esto por llamadas telefónicas y mensajes de texto de amigos, llamé a la agencia y señalé el error. Se disculpan y me tranquilizan: la solución ya se ha publicado en línea. Que, sin embargo, pocos tienen en cuenta. De modo que, tanto en numerosos sitios web (incluso de los principales diarios) como en algunos martes (así como en el discurso de Crozza a Ballarò), se me sigue señalando como autor de lo que considero una canallada parlamentaria y un intento de promover el crimen organizado.
¿A quién culpar? No lo sé. Yo también he hecho este trabajo y sé que es fácil equivocarse en un nombre (quién sabe cuántas veces me ha pasado) y también sé que la línea de corrección de la agencia se le puede escapar a cualquiera. Pero, ¿por qué Luigi se intercambia con Guido y no con un Gennaro o un Giuseppe? Alguien, para consolarme, me dijo: "Quizás porque eres más conocido que tu hermano". Tal vez, pero solo recibo daño de eso. Podría intentar cambiarme el apellido, pero lo consideraría un desaire a la memoria de mi padre Francesco, que fue primero un respetado y luego lamentado político. Podría buscar a mi hermano para darle una paliza. Pero son gestos de gladiadores que no me convienen, y luego no se dice que yo tendría la sartén por el mango. Solo tengo que culpar al "destino cínico y tramposo" (la cita es de Giuseppe Saragat), recurrir a una dolorosa ironía y enviar esta carta al sitio, con el que soy bienvenido (ocasionalmente) a colaborar. Un abrazo.