“Deuda fuera de control”. El veredicto (perspectiva) de la agencia Moody's es implacable: anoche rebajó el rating de Grecia, haciéndolo retroceder unos buenos tres escalones, de B1 a Caa1. La perspectiva negativa indica la necesidad perentoria de una reestructuración de deuda sólida y rigurosa. La respuesta llegó mientras, en Viena, Atenas negociaba con Europa el importe de la ayuda: en concreto, habría un paquete adicional de 60 millones (después de los 110 millones ya asignados), a repartir durante el bienio 2012. -2013.
Y continúan las diferencias entre Alemania y el BCE sobre el papel de los inversores privados en el rescate de Grecia. En particular, se pediría a los bonistas griegos que pospusieran los cobros, medida a la que se opone el BCE. En definitiva, si el paciente empeora, los médicos no se ponen de acuerdo en el tipo de terapia. Un clima de incertidumbre que deja vía libre a los juicios de las agencias de calificación, más parecidos a buitres atraídos por el olor a cadáver.
