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Giro de Italia, en Bormio Nibali Squalo regresa

Vuelve el Tiburón - Nibali se da a la fuga y se burla de Landa en la meta de Bormio - Dumoulin, varado por un dolor de estómago, se recupera en la final y defiende el maillot rosa, por delante de Quintana y del propio Nibali

Giro de Italia, en Bormio Nibali Squalo regresa

Quince días de ayuno antes de ver a un italiano ganar una etapa del Giro, pero valió la pena después de admirar a Vincenzo Nibali dibujando trayectorias perfectas en el largo clavado desde el Stelvio sobre Bormio, despegando lo justo a Quintana, agarrándolo y luego batiéndolo en el sprint Mikel Landa a la carrera del primer pase sobre Cima Coppi.

El colombiano, ayer más como un vagabundo local que como un cóndor de los Andes, finalizó tercero a 12″ del Squalo, que sufrirá la única subida en seco pero nunca defraudará en las grandes etapas con múltiples picos. Cuarto fue Pozzovivo con 24″. Diez segundos por detrás del pequeño escalador de Basilicata llegó Ilnur Zakarin que frena más de lo necesario en el descenso, recordando el mal vuelo en un torrente de Col dell'Agnello.

Aproximadamente a un minuto y medio de Nibali, aquí hay un pequeño grupo con, en orden, Formolo, Mollema, Jungels, Yates, Pinot y Kruijswijk. Prácticamente allí estaba el top ten del Giro a excepción del maillot rosa que apareció en meta cuando ya habían pasado 2'18” desde la llegada de Nibali. La clasificación no cambió de líder pero vio acercarse por detrás a dos clientes incómodos y peligrosos para el Maastricht Butterfly, encerrados en apenas 72 segundos: el Cóndor y el Tiburón.

¿Qué había pasado para reabrir el Giro? Más que el Mortirolo y el doble Stelvio, fue un repentino dolor de estómago lo que obligó a Dumoulin a parar justo en el tramo más duro del Umbrail Pass, que es la ruta suiza del Stelvio, para barajar las partidas por la victoria final.

El maillot rosa, presa de un dolor insoportable, puso el pie en el suelo y vio alejarse a la escuadra de los mejores, que se habían marcado hasta entonces, poco interesados ​​en lo que sucedía por delante donde Landa buscaba la compañía y un Victoria que levantaría la moral deprimida de todo el Team Sky.

Quintana y Nibali ni aceleraban ni frenaban para esperar a la víctima, como había hecho el propio Dumoulin, en nombre del juego limpio, cuando Quintana se había resbalado al suelo en la etapa de Bérgamo. Dumoulin comenzó a perseguir con mucho coraje y con la misma ira, oliendo el olor de una conspiración, pero ya no pudo recuperar esos minutos de descanso por una necesidad fisiológica humana llegando incluso a mantener el maillot rosa por un puñado de segundos.

Un milagro si se tienen en cuenta las condiciones físicas y las condiciones escénicas en las que se desarrolló la defensa del primado, pero el tesoro del holandés se redujo decididamente: Quintana, aunque decepcionante en el día en el que se esperaba que atacara, lo aprieta apenas 31″ y Nibali, que es el verdadero protagonista redescubierto del Giro, saltó al podio en tercer lugar a 1'12” del tulipán holandés que entendió en Bormio que demasiado juego limpio puede hacerte perder el Giro.

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