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Francia votará, Hollande se preocupa por Merkel

El resultado de las elecciones presidenciales francesas, y la cada vez más probable victoria de Hollande, despierta no poco interés en Alemania, donde existe cierta perplejidad sobre el futuro inquilino del Elíseo: su visión política y europea contrasta con la del Canciller…

Francia votará, Hollande se preocupa por Merkel

Estrasburgo – En la capital alsaciana, el clima es tranquilo. Escasos carteles en las calles y al lado de los colegios electorales, casi sin mítines electorales programados. Solo François Bayrou, el candidato centrista, vino aquí el pasado mes de marzo, hablando ante una audiencia de menos de cien personas.. En resumen, calma plana. Pocos parecen darse cuenta de que el próximo domingo votaremos aquí también para las elecciones presidenciales. La ciudad se sumerge en un aura de calma mezclada con desinterés, casi como si la presencia de las instituciones europeas impusiera distanciamiento y neutralidad a los habitantes y al mobiliario urbano. Por otro lado, Alsacia siempre ha sido poco francesa, una región de cruce de caminos entre París y Berlín., teatro de muchos enfrentamientos bélicos del pasado y hoy sede del Parlamento Europeo y del Consejo de Europa, la organización internacional que agrupa a 47 estados del continente.

Y es precisamente en la segunda sede del Parlamento donde se desarrolló parte de la campaña electoral local. Durante algún tiempo, se ha hablado en los círculos comunitarios de vender la lujosa y costosa sede en Estrasburgo, que está abierta solo cuatro días al mes. Los plenos suelen tener lugar en Bruselas, pero, aún hoy, el reglamento estipula que una vez al mes el ejército de eurodiputados haga las maletas y se traslade en masa a Estrasburgo. Para deleite de los hoteleros. Es casi imposible encontrar una habitación de hotel libre en estos días. La externalidad positiva a la economía de la ciudad es evidente. Por eso, Nicolas Sarkozy ha optado por enviar un folleto a todos los alsacianos, en el que, además de prometer proteger a los agricultores de la región y los puestos de trabajo en la central nuclear de Fessenheim, se compromete a "defender la dimensión europea de Estrasburgo, garantizando la presencia del Parlamento Europeo". Una promesa que cuesta alrededor de 200 millones de euros al año y 20.000 toneladas de CO2, según un informe presentado el año pasado por el grupo parlamentario ELDR, entre los pocos partidarios de cerrar el futurista edificio oval. Sin mencionar los costos relacionados con el personal, alrededor de 300 personas, y el mantenimiento. La batalla para defender la sede del Parlamento francés une en realidad a UMP y PS, a conservadores y socialistas. El alcalde de Estrasburgo (PS) y el presidente de la Región de Alsacia (UMP) siempre han sido patrocinadores empedernidos de la oficina de Estrasburgo, una auténtica gallina de los huevos de oro para las arcas de la ciudad. Nada comparado con la nada despreciable aportación del Consejo de Europa, que emplea a casi 2000 personas y tiene un presupuesto de 240 millones de euros.

Mientras tanto, a pocos kilómetros, al otro lado de la frontera, crece la espera por el resultado del domingo. De hecho, el suspense alemán se corresponde con el desinterés alsaciano. Basta con coger el coche, cruzar el puente que separa Estrasburgo de Kehl am Rhein y entrar en un quiosco. Desde hace unos días la prensa teutona dedica comentarios preocupados sobre las futuras relaciones entre la Sra. Merkel y el probable nuevo inquilino del Elysée, François Hollande. En un cuadro publicado anteayer en el diario económico Handelsblatt, se leían todos los puntos de desacuerdo entre ambos. Hollande, que también prometió no abandonar la tradición y por tanto realizar su primera visita oficial a Berlín, rechaza la hipótesis de insertar un presupuesto equilibrado en la constitución; cuestiona la aprobación francesa del Pacto Fiscal si no se añaden disposiciones nuevas y no especificadas para el crecimiento y el empleo; propone project-bonds, una especie de eurobonos destinados a la construcción de infraestructuras y obras públicas de importancia estratégica, de los que también habló este miércoles Olli Rehn ante el Parlamento Europeo. Hollande también pide una intervención masiva del BCE para combatir la especulación en los mercados financieros y pretende lograr una unión económica reforzando la coordinación de las políticas económicas y presupuestarias. Un aliado difícil para el Canciller, cuyas habilidades camaleónicas, como bien se sabe, son inagotables…

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