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Fracaso de los ingresos de la ciudadanía: los ajustes no son suficientes, pero se necesita un cambio

Como era de esperar, las ilusiones del Cinco Estrellas sobre la Renta de Ciudadanía se han derretido como la nieve al sol, sobre todo en materia de empleo juvenil y lucha contra el paro -Por eso, pequeños ajustes o desvíos no bastan ante una controvertida reforma pero es repensar toda la estrategia en el mercado laboral que ha cambiado mucho con respecto al pasado: así es como

Fracaso de los ingresos de la ciudadanía: los ajustes no son suficientes, pero se necesita un cambio

Con la renta básica, es decir, con un subsidio universal indiferenciado, el Cinco Estrellas pensó que podía abordar y resolver tres problemas muy diferentes: el de la lucha contra la pobreza absoluta, el del apoyo a la renta de los trabajadores en paro temporal y el, mucho más importante, de la inserción o reincorporación de jóvenes y trabajadores en paro. Así que obviamente no lo era, ni podía serlo.

Para combatir realmente la pobreza absoluta, el subsidio no es suficiente. Necesitamos medidas efectivas para combatir la exclusión social y la degradación ambiental que alimentan la pobreza. Subsidio más asistencia social: esta es la fórmula que las asociaciones que actúan en este campo habían sugerido al gobierno de Gentiloni y que encontró su primera forma concreta en la renta para la inserción. Pero los Cinco Estrellas, que nada entienden de pobreza absoluta, han preferido sustituirla por la renta del ciudadano, es decir, por un subsidio que no obligue al prestador a hacerse cargo también de la asistencia. El resultado es que, para verificar el uso correcto del subsidio, ya no son los trabajadores sociales sino la Guardia di Finanza. Una regresión que convendría remediar restableciendo, si no de nombre, al menos de fondo, la renta de inserción.

Incluso en el apoyo a la renta de los trabajadores temporalmente desempleados, la renta del ciudadano ha demostrado ser una herramienta superflua. Las causas del paro temporal son muchas y muy diferentes entre sí y requieren medidas de contraste ad hoc. Por ejemplo, el paro temporal por caída de la demanda contrasta con el fondo de cesantía ordinario; la resultante de la reestructuración de la empresa, con el fondo extraordinario de cesantías; mientras, que por crisis o cese de actividad, se enfrenta al fondo de despido por crisis. A lo largo de los años, a este último se ha sumado el fondo de cesantía a modo de excepción, que no requiere ninguna razón particular más que la adoptada de vez en cuando por el gobierno para prolongar la protección de los ingresos de los trabajadores de empresas que de otro modo estarían destinados a cerca, como Alitalia, Whirlpool e Ilva.

Los trabajadores temporales, los trabajadores de proyectos y los trabajadores de temporada también cuentan con instrumentos de protección de ingresos para los períodos de desempleo. En todo caso, podrían implementarse asignándoles más fondos. hacerlos accesibles a todos los trabajadores precarios y no sólo a los de algunos sectores. En general, como se mencionó anteriormente, en ninguno de estos casos los ingresos del ciudadano resultaron útiles o necesarios. Muy bien podría haberse evitado.

El único campo en el que debería haber resultado útil y necesario es el del empleo juvenil y la reincorporación de trabajadores desempleados, pero es precisamente en este campo donde su fracaso fue más sensacional y, en cierto modo, inexcusable. La razón de este fracaso es que el gobierno amarillo-verde primero y luego el amarillo-rojo, no han podido o no han querido enfrentar el verdadero problema que se presenta, que es el de una reforma radical del mercado laboral. Los retoques ya no son suficientes. Y ni siquiera necesitas distracciones, como renta básica o navegantes. Lo que se necesita es un cambio de paradigma, una verdadera revolución copernicana. El mercado laboral italiano no está equipado para manejar la transformación de época que ha afectado al mundo del trabajo. Él simplemente no puede hacerlo. Es un mercado basado en supuestos que ya no existen: un trabajo indefinido y posiblemente de por vida, formación puntual a través de aprendizajes, gestión de colocaciones públicas, contratos extremadamente complicados y cada vez más alejados de la realidad empresarial, etc.

Pasar de estos presupuestos, tan arraigados en la mentalidad de una parte del país, a la idea de que un trabajo permanente y de por vida ya no puede ser la regla sino que será la excepción, que la formación ya no puede ser algo puntual. pero debe ser continua y que la flexibilidad y la movilidad, lejos de poner en peligro el trabajo, sean cada vez más la condición para garantizarlo, no es fácil. Pero es absolutamente necesario hacerlo, y hacerlo ahora, no solo porque ya estamos muy atrasados, sino porque ahora, con el gobierno de Draghi y el plan de recuperación, se ha creado un espacio político y económico extremadamente favorable para él. Además, la del mercado de trabajo no es una reforma que requiera quién sabe qué más investigaciones. Se ha discutido durante años y las pautas son bastante claras. En primer lugar, debemos invertir, ¡y mucho! – en la educación continua, dotando al país de una densa red de centros de formación altamente cualificados (como se hizo en su momento con el ITTS) y la misma cantidad debe invertirse en la creación de una densa red de centros de empleo, verdaderamente digna de tal nombre.

Esto significa que los centros de empleo no deben ser clones de las antiguas oficinas de empleo sino de los organismos que estén situados fuera de la Administración Pública y dotados de personal altamente profesional y cualificado. Los centros de empleo deben poder actuar de acuerdo con las agencias privadas, deben poder contratar en el mercado el personal que necesitan y deben prestar servicios por los que deben ser remunerados. Facilitar el encuentro entre la demanda y la oferta de trabajo y entre las necesidades de las empresas y la formación profesional es todo menos sencillo. Para ello llevará tiempo y para ello también deberíamos poder contar con la aportación de organismos privados que tengan esta experiencia ya los que por tanto habría que animar y no oponer.

De lo que se desprende parecería que, aunque en medio de la ambigüedad y la incertidumbre, esta es la dirección en la que pretende moverse el gobierno. Si es así, sería bueno para el país.

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