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Fundación Golinelli: nace el Opificio en Bolonia, una ciudadela única del conocimiento que mira hacia el futuro

Nace la fábrica de la Fundación Golinelli en Bolonia, una creación única y visionaria de 9 mil metros cuadrados para promover la cultura y la educación de los jóvenes que hace realidad el sueño de Marino Golinelli, el hombre que ya ha vivido tres vidas, de invertir en el futuro de todos - De la Escuela de Ideas a la Ciencia en la Plaza y el Jardín Empresarial

Fundación Golinelli: nace el Opificio en Bolonia, una ciudadela única del conocimiento que mira hacia el futuro

Si alguien quiere encontrar “un sentido a esta vida” dirige la mirada hacia Bolonia, donde vive Marino Golinelli, de 95 años, un filántropo que puede dar una excelente respuesta. “El sentido –dice– es dar a los demás lo que necesitan. Dotar a los jóvenes de cultura y herramientas para diseñar un mundo sostenible”. Bellas palabras, se podría pensar. Pero no, son buenos hechos.

La última criatura de Golinelli se llama “Opificio”, un lugar donde la gente fabrica y trabaja, un área industrial de 9000 metros cuadrados, la mitad de los cuales están construidos, de hecho, recuperados. En ese contexto, a partir del 3 de octubre se formarán jóvenes capaces de mirar hacia adelante, fijando el horizonte para 2065. La inversión total para la recuperación de la antigua ferrería, presentada ayer en adelanto a un público seleccionado, es de 12 millones de euros y en este Las actividades realizadas hasta ahora, en menor medida, en otros sitios por la Fundación Golinelli (establecida en 1988), se han reunido para promover la educación y la formación, difundir la cultura y la ciencia, promover el crecimiento ético e intelectual de la juventud y sociedad.

El Opificio será una ciudadela del conocimiento, diseñada con criterios de sostenibilidad y ecocompatibilidad, por la que pasarán cada año 150 personas. “Esto es algo único – dice con orgullo su creador – que hace realidad mi sueño de invertir en el futuro de todos: una iniciativa concreta para prepararnos para vivir en un mundo diferente, global, complejo, impredecible.

Un lugar físico donde los jóvenes construyen su bagaje de valores éticos y de trabajo. Una realización visionaria, un espacio de investigación y experimentación para aprender a afrontar los porqués de la vida de forma consciente. Un punto de partida, no un punto de llegada”. Las amplias salas restauradas albergan la "Escuela de ideas", un espacio dedicado permanentemente a la cultura científica y artística para niños de 2 a 12 años y sus familias; la “Ciencia en la práctica”, un referente para la investigación, la formación y la docencia informal; el "Ciencia en la Plaza", un formato que aúna arte e investigación; “Educare a Educare”, programa de formación de docentes.

Pero también exposiciones de arte y conferencias. Mención especial merece el “Jardín Empresarial”, que brinda herramientas operativas, espacios y apoyo económico y especializado a los jóvenes que tienen una buena idea de negocio. El año pasado se financiaron proyectos por ocho mil euros; este año llegará a diez mil. No es fácil, a los 15 años, encontrarte con alguien que te diga: me gusta tu idea, desarróllala y ponla en práctica, yo te ayudo. Golinelli lo está haciendo y lo hará.

El juego muy serio puesto en pista cuesta alrededor de 2,5 millones de euros cada año; emplea permanentemente a 50 personas, pero hay más de cien que colaboran en diversas capacidades en las distintas iniciativas. Existen numerosas colaboraciones con universidades, escuelas, organismos, fundaciones e instituciones. Opificio es una nueva aventura para Bolonia, para el conocimiento, pero también para Golinelli, el hombre que vivió tres veces. Por ahora.

Su primera vida fue la de emprendedor y comenzó en 48 cuando fundó Alfa Biochimici en Bolonia, un germen del que nació una empresa que hoy emplea a 2800 personas en 18 países de todo el mundo. La segunda vida se desarrolla bajo el lema de la investigación, el conocimiento y la cultura; porque Golinelli es un amante y apasionado conocedor del arte moderno y contemporáneo.

El tercero es el del “compromiso con el desarrollo de la sociedad”. “Es mi sentido de responsabilidad civil -sostiene- lo que me impulsó a devolver a la sociedad parte de la fortuna que tuve como empresario. Por eso nació la Fundación, un ejemplo único en Italia, porque es estratégica, filantrópica autónoma, dotada de un gobierno independiente". Por eso nació Opificio, una obra maestra de la solidaridad, una máquina del tiempo que seguro nos llevará lejos.

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