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Fiat-Chrysler, Marchionne: alianza reduce riesgos

Según el directivo ítalo-canadiense, el éxito de la boda dependerá de cuánto las dos empresas logren “trabajar juntas de manera humilde escuchando, compartiendo experiencias, conocimientos e ideas y ampliando horizontes”.

Fiat-Chrysler, Marchionne: alianza reduce riesgos

La alianza entre Chrysler y Fiat “se basa en oportunidades que ayudan a ambas partes, permitiéndonos reducir riesgos”. Sergio Marchionne habla desde Nueva York, en la Biblioteca Pública, mientras recibe el Premio al Liderazgo Global Dwight D. Eisenhauer que promueve el Consejo Empresarial para el Entendimiento Internacional.

La visión del directivo ítalo-canadiense sobre el matrimonio entre los dos fabricantes de automóviles es clara: el éxito de la boda dependerá de cuánto las dos empresas sean capaces de "trabajar juntas de manera humilde escuchando, compartiendo experiencias, conocimientos y ideas y ampliar horizontes". Una cuestión de "respeto mutuo", en definitiva, y que vio a Marchionne y a los sindicatos del United Auto Workers, presentes en la sala, unidos en la misma responsabilidad de restaurar Chrysler: "Amigos -dijo Marchionne- con quienes compartí la responsabilidad de traer de vuelta a Chrysler con vida".

El gerente de Lingotto reconstruyó luego su experiencia al frente del grupo Fiat (-0,53% en la Bolsa de Valores de Fiat Spa) definiéndola como "un viaje que tomó numerosos caminos impredecibles e inesperados y que creó las condiciones para dar vida a la quinta casa automotriz mundo". Pero eso todavía no deja margen para bajar la guardia: "Es un trabajo todavía en curso, el grupo todavía está en pañales y debemos esforzarnos al máximo para completar esta integración con humildad, determinación y rigor", subrayó, recordando el compromiso de quienes trabajaron para restaurar la credibilidad del grupo.

A la ceremonia también asistió el presidente de Fiat, John Elkann, quien hace ocho años le pidió al gerente ítalo-canadiense que se uniera a Fiat. Marchionne recordó: “Hace casi ocho años, John y yo compartimos varias grapas durante una cena en un encantador restaurante en Ginebra, con vista al lago Leman. Fue entonces cuando John me pidió que lo ayudara con Fiat”.

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