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Fca, con Marchionne solo se puede golpear al estilo alemán: es un punto de inflexión de época

El nuevo acuerdo firmado por la FCA y los sindicatos (sin la Fiom) marca un punto de inflexión histórico al disponer que antes de convocar una huelga se realice un referéndum entre los trabajadores y que la abstención del trabajo solo sea posible si la mayoría de los empleados está de acuerdo – A modelo que debería ser tomado como ejemplo inmediatamente por el Gobierno para el transporte local

Fca, con Marchionne solo se puede golpear al estilo alemán: es un punto de inflexión de época

FCA, con Marchionne solo se puede hacer huelga al estilo alemán Todas las últimas (relevantes) noticias sindicales del grupo automovilístico El acuerdo firmado hace unos días entre la FCA de Sergio Marchionne y los sindicatos metalúrgicos italianos, a excepción de Fiom-Cgil, contiene un capítulo que podría archivar décadas de doctrina, jurisprudencia y prácticas contractuales en las que el principio de la huelga ha sido siempre afirmado y practicado como un derecho de la persona y no como un derecho, ciertamente en manos del trabajador, sino ejercido colectivamente.

De la huelga entendida como mero derecho individual descienden los innumerables episodios que, particularmente en el transporte público, han causado múltiples molestias a la parte más débil de la ciudadanía. En una dimensión europea, el nuevo acuerdo se acerca mucho a las normas alemanas que requieren el consentimiento de la mayoría de los trabajadores, a través de un referéndum, para la convocatoria de una huelga.

Por primera vez en un convenio sindical italiano se establece como regla que la declaración de huelga por motivos de empresa se confía a un consejo de sindicalistas "internos", designados por las organizaciones sindicales signatarias sobre la base de la efectiva representación de cada uno de ellos producción nace una especie de "pequeño parlamento" al que las organizaciones sindicales signatarias encomiendan la gestión integral de las relaciones en la empresa a través de decisiones, a partir de la huelga, que son tomadas por la mayoría absoluta de los afiliados .

El acuerdo, que nació de un enfoque participativo en la creencia de que la empresa comparte fuertes intereses entre trabajadores y propietarios, vincula una parte importante de la dinámica salarial a los resultados económicos, identifica procedimientos de enfriamiento para prevenir y resolver conflictos, conciliación y arbitraje, como así como sanciones contra los signatarios incumplidores.

Tras los recientes acontecimientos del transporte público en algunas grandes ciudades, el ministro de Transportes Del Río había defendido la necesidad, sin perjuicio de la garantía de los niveles de servicio esenciales, de someter la decisión de huelga a la opinión favorable de la mayoría de los trabajadores, que siguieron la hechos. Puede ser que el Gobierno tenga otras cosas de qué preocuparse.

Pero este acuerdo (que ciertamente no atañe a una empresa de servicios públicos) también debe ser visto con gran interés por todos aquellos que están convencidos de la urgente necesidad de mover el eje de negociación a nivel de empresa para promover el crecimiento y el empleo, al mismo tiempo restituyendo al sindicato lo que antes se denominó el papel de “autoridad salarial”, sin olvidar que todo esto es el inicio del proceso de implementación de los artículos 39, 40, 46 de una Constitución que, a pesar de ser la “más bella del mundo” es querido hasta cierto punto incluso por sus seguidores más acérrimos.

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