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¿Hacia dónde van los sindicatos? De la decadencia a la deriva política

El paro contra la reforma escolar es emblemático de la deriva cada vez más política de los sindicatos que expresan una concepción cada vez más corporativa de su papel y una evidente debilidad en el abordaje de los grandes problemas nacionales e internacionales - De la desindicalización a la coalición social - Las parábolas de Landini y Camusso

¿Hacia dónde van los sindicatos? De la decadencia a la deriva política

¿Hacia dónde van los sindicatos? Una pregunta que no solo es legítima, sino que es necesario hacerse porque, a diferencia de lo que se quejan (con el contrapunto de la minoría del PD y los corifeos de la izquierda radical y maximalista), a nadie le interesa aislar a los intermedios. cuerpos sociales que, cuando no se convierten en bastiones corporativos y van a ocupar espacios que no les pertenecen, son vehículos preciosos de la democracia. El hecho es que en los últimos tiempos las políticas y, sobre todo, el comportamiento de los sindicatos (aunque con distintas connotaciones) han tomado una deriva cada vez más política y menos sindical.

Emblemático en este sentido fue el paro contra la reforma escolar: uno de los pilares, quizás el más importante, del programa de gobierno. La ley que se debate en el parlamento es un serio intento de remodelar la organización, los contenidos y los objetivos del sistema educativo: por lo tanto, es una cuestión que afecta ciertamente a los sujetos que actúan en él, pero sobre todo a la comunidad de ciudadanos y a los presentes y futuro de la nación. De ser así, la afirmación del ministro Boschi de que la escuela no pertenece a los sindicatos y que cuando esto ocurre, como lamentablemente ocurre casi siempre, no funciona, no es más que una perogrullada. Que esta verdad evidente haya sido considerada por los sindicatos como un ataque a la democracia pone de relieve la concepción sustancialmente corporativa que tienen de ella.

Esto lo confirma claramente el hecho de que los principales temas de choque no se refieren a la reforma, sino a los métodos de contratación, los criterios y procedimientos para evaluar el mérito de docentes y no docentes, las facultades de los directores y, sobre todo, la reivindicación negociar con el gobierno el contenido de la ley como condición para su aprobación. Si esto no es un paro político, ¿qué es? Huelgas políticas, abiertamente declaradas, fueron también las promovidas por la FIOM contra la ley de empleo y la huelga general de la CGIL, con adhesión parcial de la CISL y la UIL, y el apoyo de la minoría del PD, de la SEL y de varias pequeñas grupos radicales: ¿pródromos de la coalición social irreal?

Frente a estas agitaciones políticas dirigidas a combatir y derrocar una ley estatal o impedir su aprobación, aparece macroscópicamente la debilidad, si no la subordinación fáctica y cultural, de los sindicatos para abordar los grandes temas de trascendencia nacional e internacional planteados por la crisis empresariales que han caracterizado el sistema económico italiano en los últimos años. Si bien se conocían los pródromos de lo que pudo haber ocurrido y su desarrollo imaginable, los sindicatos no pudieron intervenir para prevenirlos, participar en la gestión de los procesos de reestructuración empresarial y promover políticas de desarrollo alternativo.

En situaciones ya profundamente comprometidas, no quedó más remedio que recurrir a intervenciones de mediación del Estado, pero con medios económicos ineficaces por la escasez de recursos públicos y huelgas y formas de lucha desesperadas y desesperadas. Ante la impotencia y la falta de estrategias adecuadas en relación a los planes de reestructuración y reducción del empleo, bajo la presión de Landini y de la FIOM, se produjo entonces un nuevo desvío de la órbita natural del sindicato al adoptar una forma de "jurisdización" de la acción sindical, que en cambio es imperativamente negociada, mediante el recurso al poder judicial, transformándola de instrumento de desarrollo económico y social en lucha política por el reconocimiento de derechos. Continuando en este camino de "dessindicalización", Landini proponía completar esta metamorfosis del sindicato en una "coalición social": un Proteo sindical-político dispuesto a transformarse en cualquier objeto del deseo de su creador. Por último, no podía faltar el "cauteloso" Camusso que, en nombre de la autonomía sindical, declaró que no votará por el PD e invitó a no votar por el candidato del PD en las elecciones regionales del Véneto.

¿Puede el sindicato emprender un camino diferente e innovador, manteniendo su papel de representante del mundo del trabajo, extendido a todas las nuevas figuras profesionales que están intrínsecamente ligadas a él? Sí, si hace de la empresa, privada o pública, el centro de su estrategia y no el oponente a batir y si contribuye, como cuerpo social intermedio, a crear el tejido conectivo entre la empresa, el sistema empresarial, las estructuras sociales y los valores culturales.

Paradójicamente, el primer paso en esta dirección no vino del sindicato, sino del gerente de una gran multinacional como Marchionne que propuso a los sindicatos un modelo de relaciones laborales participativas que desplaza los viejos conceptos sindicales y revela su impotencia. Lamentablemente es un acto unilateral y ese es su límite: corresponde a los sindicatos aprovechar esta oportunidad para retomar el rumbo correcto y convertirse, de suplentes políticos en declive, en protagonistas del proceso de renovación económica, social y cultural del país.

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