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¿Hacia dónde van los BRICS en la nueva temporada de globalización?

Resumen de un ensayo de Giulio Sapelli para la Fundación Eni Enrcio Mattei - La nueva fase de la globalización está cambiando los paradigmas de China, India, Rusia, Brasil, América del Sur - La desaceleración del crecimiento en los países emergentes y las nuevas demandas de las clases medias no solo bienestar sino más derechos – La importancia de la energía

¿Hacia dónde van los BRICS en la nueva temporada de globalización?

Terrible agosto, el de 2013, los vientos de guerra se ciernen sobre Siria. Muchos nudos han vuelto a casa para descansar. Y en todo el mundo, en una especie de redde rationem que comienza en el horizonte global y termina en la crisis nacional, demostrando la corrección de las teorías que hacen del vínculo entre nación e internacionalización el nexo fundamental para entender el hilo rojo de la historia. Primero, miremos el mundo bajo la lente de la economía inervada por el anillo de la política internacional. Hay dos fenómenos más relevantes. El primero es el del punto de inflexión que emprende la globalización.

La tasa de crecimiento sostenido de los BRICS no ha llegado a su fin, sino al final de la primera fase de su crecimiento, como nos enseñan las teorías kaldorianas del desarrollo y la reflexión de Myrdal. El rápido crecimiento basado en bienes de capital y la creación de clases medias y proletarias urbanas ha llegado a su fin. En los países no comunistas esto ha dado lugar a una clase de burguesía campesina y agrícola que permite superar un crecimiento basado únicamente en la acumulación de bienes de capital, pero que también debe basarse en el consumo gracias a las reformas agrarias que han caracterizado a naciones como como Brasil y la India, aunque en menor medida y mucho menos articulada en un sentido de propiedad privada, como en India por ejemplo, todavía está dominada por una cultura comunitaria muy fuerte.

El atraso de la India con respecto al mercado interior y su atraso en el campo de la circulación monetaria ha estallado estos días para sorpresa de todos aquellos que piensan que la economía se entiende leyendo estadísticas y no estudiando historia y antropología. La mayoría de los indios no intercambian dinero sino bienes e incluso el dinero no se acumula principalmente en los bancos. El creciente grado de interrelación de la economía mundial muestra todos los límites de este atraso en el campo de la circulación monetaria. Es el propio crecimiento el que acentúa el problema y en esta situación provoca la depreciación de una moneda tan escasamente atesorada. Lo esperábamos, nosotros que no creemos que todo está siempre en equilibrio, desde los EE. UU. a la India a Papuasia...

China, en cambio, se encuentra en un verdadero callejón sin salida porque la burguesía agraria no se ha formado y las ciudades se llenan de clandestinos no ciudadanos que no pueden consumir como se debe a las masas urbanas y así China cae en todos los trampas de países con economías burocráticas y capitalismo de estado dirigido por dictaduras terroristas: el declive comienza con la sobrecapacidad productiva de bienes de capital magnificada por la desastrosa revolución financiera que trastornó los equilibrios seculares, al tiempo que crea asimetrías globales gracias a la entrada del Imperio Medio en la OMC en 2001. Esto colapsó la relación desigual “post Bretton Woods” entre las economías metropolitanas globales y las economías periféricas globales. La competencia asimétrica se está convirtiendo ahora en un obstáculo para el crecimiento de la propia China, incapaz de crear un mercado interior, mientras -paradójicamente- exporta mano de obra forzada a todo el mundo para buscar energía y tierras cultivables que no puede producir internamente debido a a la economía directa burocrático-terrorista.

El caos de Rusia es diferente: sufre el aislamiento de una gran nación prisionera y solitaria entre una Europa hostil que quiere sus recursos energéticos, pero no le permite expandirse gracias a unas reglas de competencia dementes (que están haciendo que toda la industria europea decadencia por caída de márgenes y ausencia de consolidación acusada de monopolio pecaminoso al haber olvidado el texto sagrado de Sylos Labini sobre "Oligopolio y progreso técnico"...) y una China con la que debe negociar por la negativa estadounidense y europea a reformular el rostro general del frío mundo de la posguerra. De hecho, se ha imaginado que podemos seguir produciendo crecimiento excluyendo a Rusia de Europa y del mercado mundial: recién en 2011 fue admitida en la OMC, ratificando una trágica incapacidad de EE. mundo post Gorbachov.

Los BRICS crecerán menos ya un ritmo más lento y eso reclasifica todo el crecimiento de América del Sur, excepto México y Colombia, que han optado por un camino no tan ligado al furioso ciclo de las commodities. Que, además, ahora se está derrumbando, arrastrando consigo a los países mercantiles dependientes… Todos los demás países se verán obligados a reclasificar las relaciones entre las industrias minera y de petróleo y gas y el ciclo mundial, volviéndose cada vez más hacia el mercado interno y hacia el nuevos mercados exteriores. Esto es básicamente lo que piden sus clases medias que se han movilizado en los últimos meses y que expresan bien las teorías de Tilly, Hamson y mías cuando estudiamos los fenómenos de las movilizaciones colectivas.

Fenómenos que se determinan únicamente en fases ascendentes de ciclos económicos y políticos y que imponen cambios en la agenda de consumo. Ahora las clases medias de esos países quieren infraestructura, bienes intangibles como la cultura, la calidad de vida y así redescubrir toda tradición (el ciclo político) que pueda preparar su solidaridad organizativa. Aquí está el laicismo en Turquía y el indigenismo en algunos países sudamericanos, como ya sucedió allí y como pronto sucederá en formas mucho más generalizadas: véase el caso no solo de Bolivia, sino sobre todo del Perú, epicentro de todas las culturas políticas. sudamericano. Esto tendrá profundas consecuencias para la explotación de los recursos minerales, abriendo un nuevo capítulo en la historia energética sudamericana. 

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