Las miras de Brasil apuntan alto. La visita del presidente Dilma Rousseff a su colega Raúl Castro es la última confirmación de que la estrategia del país verde-oro es convertirse en el referente del continente sudamericano. En los últimos años, Brasil ha ofrecido varios miles de millones de dólares en fondos a las naciones más pobres del área, que busca poner bajo su influencia. Sin embargo, ninguno de estos esfuerzos tiene el mismo significado simbólico que las relaciones con Cuba, una isla que Estados Unidos mantiene a distancia desde 1959, año de la revolución de Fidel Castro.
EE.UU. no parece oponerse al surgimiento de Brasil como nueva potencia en América Latina y muchos analistas creen que el gigante de la hora podría convertirse en una fuente de estabilidad y equilibrio en la región conocida por su volatilidad política y económica. Puede ser que Estados Unidos vea a Brasil como el mediador capaz de reconciliarlos con el país comunista.
Sin embargo, el discurso de Dilma Rousseff y su negativa a reunirse con disidentes cubanos sacaron a relucir muchas controversia, de ambos lados. "Si hablamos de derechos humanos, lo empezaremos a hacer desde Brasil y Estados Unidos", declaró el presidente, "que tienen una base aquí llamada Guantánamo."
“No es posible hacer de la política de derechos humanos un arte de combate político-ideológico”, continuó Rousseff, “debe hablarse desde una perspectiva multilateral y no puede ser una piedra que se tira sólo contra un lado y no contra el otro."
Cuba está desesperada por iniciativas económicas. El presidente Raúl Castro ha comenzado a abrir la economía a reformas más liberales, en un país donde los ciudadanos siguen sujetos a la racionalización de las necesidades alimentarias básicas. Seguramente Brasil puede ofrecer a la isla una alternativa más moderada al presidente venezolano Hugo Chávez, quien trae a Cuba más de 100 barriles de petróleo y productos refinados todos los días a cambio del servicio de médicos cubanos a los venezolanos pobres que viven en condiciones difíciles. Lo que ciertamente no falta en Cuba es educación, arte, música y alegría de vivir, características que ciertamente la acercan más al Brasil del carnaval de Río que a los narcotraficantes venezolanos.
Lea la polémica en el diario brasileño Estadao
