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El consumo de alimentos está a dieta, pero la restauración y las exportaciones van a contracorriente

En 2017, el consumo de alimentación en el mercado interior se detuvo en 160 millones con un modesto +0,5%, mientras que la restauración fue más dinámica con 83 millones (+3,7%). Las exportaciones y las cualidades contracíclicas han permitido afortunadamente que la producción aguante bien la década de la crisis

El consumo de alimentos está a dieta, pero la restauración y las exportaciones van a contracorriente

Tendencia lenta del consumo doméstico de alimentos cuyo mercado aún no es capaz de dar señales contundentes de recuperación. Los datos publicados recientemente por Istat indican una cuota de consumo "doméstico" de alimentos en 2017 de 160 millones de euros, lo que supone un incremento de tan solo un 0,5% en términos reales, respecto al año anterior. Mientras que el consumo general del país, en paralelo, lo hizo mejor, o si se quiere “menos peor”, con un +1,6%. Confirmando el sufrimiento específico que atraviesa el mercado interior de alimentos desde hace tiempo.

En un panorama tan variado, como es el de la alimentación, no faltan segmentos importantes que dan claros signos de vitalidad. Entre ellos destaca el sector del consumo no doméstico (catering in primis) que ha ido a contracorriente actuando como "liebre". El análisis de Istat muestra que en 2017 las comidas fuera de casa se acercaron a los 83 millones, con un +3,7% anual en términos reales (neto de inflación).

Separando la restauración, la onda larga de la caída del consumo de alimentos "puros" parece más evidente si analizamos los datos recogidos en la década de la crisis (2007-17): de hecho, en ese periodo de tiempo perdieron 10 puntos secos , en términos reales , frente a los 2,7 puntos perdidos por el gran agregado del consumo total nacional.

El fenómeno subraya la fuerte cura adelgazante a la que se ha visto sometido el mercado de la alimentación, utilizado durante años por las familias como gimnasio de ahorro diario. En nombre de dos criterios básicos: menos residuos y productos más baratos. Sin embargo, la inflación del sector fue sensiblemente inferior a la general. Pero esto no fue suficiente para lubricar el consumo. En este sentido, es significativo que el único segmento de distribución en expansión en los últimos años haya sido el de las tiendas de descuento de alimentación, con tasas anuales en torno al +3-4%.

Otra tendencia interesante que se desprende de los datos detallados es la creciente polarización del gasto en alimentación, con el crecimiento de los productos premium y de bajo precio, en detrimento de la gama intermedia. Lo que surge es la confirmación de un fenómeno que cada vez más se debate en el país: la crisis de la clase media, con lo que conlleva también en términos de estabilidad social.

Sin embargo, a pesar de este contexto de estancamiento persistente, la producción de alimentos ha logrado una tendencia gratificante en los últimos años en comparación con la general. En el transcurso de la crisis de 2007-2017, de hecho, se "mantuvo", con una disminución de menos del 1%, frente al recorte paralelo de nada menos que 20 puntos registrado por el índice de la producción industrial italiana en su conjunto. ¿El secreto? Las cualidades anticíclicas del sector. Y el hecho de que las exportaciones de alimentos aumentaron un 76% durante la década, frente al 25% del total de la industria.

Es un buen producto para untar, lo que demuestra cuánto ha logrado la industria alimentaria italiana transformar la gran reputación de la que goza en los mercados extranjeros en cuotas de mercado crecientes. Un éxito al que también contribuyó sustancialmente el segmento de las pymes, con incrementos de las exportaciones por encima de la media del sector.

El saldo final de las exportaciones de la industria alimentaria registra así, en el primer semestre de 1, una cuota de 2018 millones de euros, con una variación del +15,8% sobre el primer semestre de 4,2. Que es superior al +1% marcado en paralelo de las exportaciones totales del país. 

Las previsiones de Istat para los primeros siete meses indican una aceleración. De hecho, la comparación de tendencia enero-julio 2018/17 para el sector sube al +4,7%, con un rendimiento específico en el área de la UE del +5,7%.

Mirando específicamente el crecimiento de las exportaciones de alimentos por destino único, emergen las tasas modestas de EE. UU. (+0,9%) y China (+1,0%). Mientras que mucho mejor sintonizadas están las exportaciones a los mercados tradicionales de Alemania (+6,6%) y Francia (+6,3%).

Por ahora, lo que está rebotando en el mercado estadounidense es solo una pequeña luz intermitente, que debe monitorearse cuidadosamente, del clima de aranceles pesados ​​​​que se está extendiendo por los mercados. Una guerra que corre el riesgo de debilitar el primer motor del desarrollo: el comercio mundial. Lo que, como es lógico, ya está atenuando el empuje en torno al +5% que había recuperado el año pasado.

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