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¿Quién pagará la ruina de Ilva y de la siderurgia italiana?

Con las últimas medidas impuestas por la fiscalía de Tarento, se ha superado el nivel de peligro en el peligroso tira y afloja entre el poder judicial y las demás instituciones del estado, pero nadie -y menos los fiscales de Tarento- pagará por el ruina de Ilva y la industria siderúrgica Italiano – ¿Cierre permanente de la planta de Ilva en Taranto o recuperación y revitalización del sitio?

¿Quién pagará la ruina de Ilva y de la siderurgia italiana?

Con las últimas medidas impuestas por Fiscalía de Tarento se ha superado el nivel de peligro en el peligroso tira y afloja que se está dando entre el poder judicial y las demás instituciones del Estado (Gobierno, Parlamento y Tribunal Constitucional) sobre el futuro de la Centro siderúrgico de Taranto ya la de toda la industria siderúrgica nacional. Está demasiado claro que la fiscalía de Taranto no está interesada en absoluto en la recuperación y revitalización del sitio y que, mucho menos, está preocupada por el futuro de la industria siderúrgica italiana y el de los trabajadores y empresarios que trabajan en ese sector Desde el comienzo de este asunto, se ha mostrado convencida de que en Tarento se está produciendo un desastre medioambiental de enormes proporciones, que este desastre es causado por la acería y que de todos los Rivas son los responsables. Por eso hay que cerrar ahora y para siempre la siderúrgica y primero hay que expropiar el Rivas y luego, si se dan las condiciones, condenar ¡Punto!

Evidentemente, la incautación de las acciones ya no parecía suficiente para este propósito. También fue necesario decomisar las plantas, maquinarias, productos terminados (considerados delitos, bosta del diablo), activos financieros y cuentas corrientes para poder asegurarlos por presuntos daños (¿no sabemos por quién y cómo?) que asciende a la asombrosa cifra de 8 millones de euros, el equivalente a la maniobra del IMU y el IVA juntos. Naturalmente, todo ello sin que haya habido un debate público sobre los datos ambientales, sin que alguien haya sido procesado, sin una audiencia y sin una sentencia. Una barbarie judicial pero también un delito económico, esto es de una magnitud inmensa, por el cual NADIE, y mucho menos los fiscales de Tarento, tendrán que responder jamás.

El principio de la "no responsabilidad de los magistrados" ha favorecido, en este caso, conductas muy irresponsables. Irresponsables de hecho y de derecho, los magistrados de Taranto continúan impertérritos en su camino, así como Bouvard y Pécuchet, los héroes de la novela del mismo nombre sobre la estupidez humana escrita hace más de un siglo por Flaubert, caen en picado hacia su ineluctable ruina.

El gobierno, el Parlamento y el Tribunal Constitucional En cambio, señalaron un camino diferente. Impusieron a la empresa un plan de recuperación y adaptación de las plantas y de todo el ciclo productivo a las nuevas y más estrictas normas europeas y procedieron, con un gesto extraordinario que esperamos siga siendo único, a comisionado ilva vincular las inversiones (ya se han comprometido aproximadamente 2 mil millones de euros) a la implementación de la recuperación al final de la cual solo la empresa será devuelta a sus legítimos propietarios.

Con esta elección la Parlamento procedió a separar el asunto judicial (recopilación de pruebas, posible pedido de acusación, juicio y sentencia en tercer grado y en el que sólo debe concentrarse el Ministerio Público) del del futuro productivo de la Planta de Tarento y la industria siderúrgica italiana. Contra estas decisiones de los poderes ejecutivo y legislativo, la fiscalía de Taranto apeló ante el Tribunal Constitucional, que lo consideró incorrecto. Desde entonces, el Ministerio Público ha llevado a cabo una serie de iniciativas, culminando más recientemente con el pedido de grandes decomisos, que sólo puede leerse como una maniobra destinada a evadir la sentencia de la Corte. Hubo un grito (incorrectamente) en el cierre patronal cuando obligaron a Riva Acciai a cerrar las puertas de la fábrica, pero deberíamos haber hablado de "expropiación" ante pedidos de embargo inútiles e ineficaces (de hecho, bastaba con el embargo de acciones) pero letales para las empresas y para quienes trabajan en ellas.

Para remediar esta enésima iniciativa de la Fiscalía de Tarento, el Gobierno, a la espera del recurso interpuesto por grupo siderúrgico riva es aceptado por el juez, se ve obligado a dictar otro decreto. Todo esto confirma que la legislación italiana relativa a las empresas y la producción está dictada en gran medida por una hostilidad perjudicial hacia las empresas y los empresarios. Hija de esa cultura antiindustrial y antiempresarial que mira a los negocios con hostilidad y desconfianza, es una legislación que no fomenta sino que limita, condicionando la libre iniciativa. Una cultura y una legislación que alejan a los empresarios extranjeros y que, por tanto, sería hora de cambiar.

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