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Champions: La Roma se clasifica pero es objeto de abucheos por el mediocre empate con el Bate

Desgraciada actuación de los giallorossi que no consiguen ganar ni siquiera a los bielorrusos del Bate Borisov pero que se clasifican para los octavos de final gracias al Barcelona que frena al Bayer Leverkusen - Szczesny salva el resultado - Abucheos al final - Pallotta contra la Curva Sud - García: “Calificación contada”

Champions: La Roma se clasifica pero es objeto de abucheos por el mediocre empate con el Bate

Calificado e inundado de abucheos. La Roma solo consigue un empate ante el Bate Borisov pero el 0-0 definitivo aún le permite acceder a octavos. Gracias también al Barcelona, ​​o mejor dicho a su portero Ter Stegen, que impidió que el Bayer Leverkusen ganara y se clasificara. Lo que realmente importaba, de una forma u otra, se ha logrado pero esto no es suficiente para calmar un ambiente ardiente que bordea la hostilidad. El Olímpico, en gran parte vaciado por la protesta de los ultras, acompañó temeroso el 90' del partido, para luego manifestar su disconformidad al final con un bosque de abucheos ensordecedores. 

Difícil, en la memoria viva, recordar otra calificación tan mal recibida, tanto como para desencadenar la reacción de James Pallotta. “Es frustrante para los muchachos escuchar estos pitidos después de que se ha logrado un gol – tronó el presidente de la Roma. – Hay que saber crecer y dejar de echar barro a jugadores y cuerpo técnico, se necesita respeto. Estos jugadores merecen otro escenario y otro público". Duras palabras, que harán aún más amarga la batalla con la Curva Sud. 

En definitiva, una fiesta arruinada pero que sigue siendo una fiesta. Los giallorossi llegan a los octavos de final, un objetivo que les faltaba desde hace 5 años (la presidenta era Rossella Sensi, el entrenador Claudio Ranieri) y eso es lo que más importa. Sin embargo, las modalidades autorizan legítimas críticas, sobre todo desde el punto de vista mental: más de "11 lobos hambrientos" (citado por García) sobre el terreno de juego vimos jugadores asustados, vaciados de tensión y del ambiente. 

Y así Bate Borisov, que llegaba al Olímpico con la obligación de ganar, se armó de valor y poco a poco elevó su centro de gravedad. En la segunda parte la Roma intentó marcar y lo habría conseguido si Dzeko primero y luego Florenzi no hubieran engullido dos ocasiones sensacionales. Sin embargo, lo más grande del partido, sin duda, vino de los bielorrusos en el minuto 68: Szczesny estuvo de milagro al repeler con un disparo certero (a 2 metros de la portería) el remate de Gordejchuk y salvar un empate fundamental. 

En ese momento el Olimpico abandonó definitivamente las intenciones de victoria y empezó a escuchar al Leverkusen, donde un gran Ter Stegen frenó a sus compatriotas en un éxito que habría volcado todos los escenarios. En todo ello, Bate siguió aprovechando sus ocasiones y en el 78' estuvo cerca de volver a marcar por mediación de Mladenovic. El último anillo, en plena recuperación, vino de Nainggolan, que asustó a los bielorrusos con un zurdazo desde fuera del área. 

Al pitido final de Atkinson, el estadio contuvo la respiración durante otro minuto interminable (seguían jugando en Leverkusen), luego, inmediatamente después de la calificación matemática, estalló en toda su disidencia con el bosque de abucheos descrito anteriormente. “El equipo hizo todo para ganar – comentó García. – No se puede decir que jugamos mal, lo intentamos y en todo caso sabíamos que hasta un empate nos podía bastar. La calificación era lo que importaba y en un entorno tan difícil vale aún más”. 

El técnico francés puede respirar aliviado pero no lo suficiente como para borrar las dudas y perplejidades de su Roma. El trabajo para llegar a ser grande aún es largo y el domingo habrá partido de ida en Nápoles inmediatamente, lo peor que puede pasar. En resumen, el momento de regocijarse aún no ha llegado.

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