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Fútbol: Julio César-Cambiasso, el Inter aún tiene alma

El exabrupto del portero brasileño en el descanso ante el Catania marcó el ritmo de la remontada (parcial) nerazzurra, destacando el secreto de tantos años de triunfos: el alma, forjada por Mourinho y nunca perdida desde que pasó el Especial Uno – las lágrimas de Cambiasso también fueron significativos, mortificados frente al público que lo abucheaba.

Fútbol: Julio César-Cambiasso, el Inter aún tiene alma

No es que un empate en casa con un excelente Catania sea uno de esos resultados para recordar. Ni siquiera agregar la nota a pie de página "por cómo fue...", no deja de ser un punto exiguo, solo el enésimo tonto evitado parcialmente después de dos derrotas consecutivas en casa contra Novara y Bologna y las derrotas en Roma, Nápoles y Marsella. El verdadero Inter, el del triplete pero no solo, no solo habría evitado la doble desventaja, sino que probablemente también reaccionó con tanta energía como para llevarse los tres puntos a casa.

Pero el verdadero Inter, que había acostumbrado a su afición a ganar, ganar y volver a ganar, quizás nunca había mostrado lo que había detrás de todos esos triunfos. Ese misterioso quid llamado "alma", que en cambio El domingo por la noche, en el descanso ante los sicilianos, salió en el momento más amargo y a años luz de esos trofeos elevados al cielo. Precisamente fue el portero del triplete, Julio César, quien motivó a sus compañeros dándole la 'la' a la remontada (parcial). Una demostración póstuma de lo que ha sido Beneamata en estos últimos 6 años: no solo victorias, esquemas, campeones, copas y trofeos en sucesión sino que, detrás de todo esto, en una luz tenue comparada con el brillo maravilloso del tablón de anuncios, solo había un alma.

Forjada por Mourinho, un maestro en cimentar el vestuario y enaltecer la autoestima de sus efectivos, evidentemente no se ha perdido, a pesar de dos años vividos entre decepciones en el campo y constantes cambios de entrenador. Hasta ahora son cuatro en temporada y media, y si Ranieri no se perdió la noche del domingo (tal hubiera sido su destino en caso de derrota) se lo debe a Julio César: “Jugamos con m...a, no podemos quedarnos reducidos a esto, no podemos terminar así – arengaba el número uno brasileño en el vestuario del Meazza -. Somos el Inter: no somos estos, este no es nuestro equipo, el que lo ha ganado todo. No nos rindamos y hagámoslo por nuestros colores y por nuestra afición".

Cosas espeluznantes, de películas como "Gladiador" o, para permanecer en la arena deportiva, como Al Pacino en "Un domingo cualquiera":: “Ahora, o resucitamos como equipo o nos retiramos. Una pulgada a la vez, un patrón tras otro, hasta la derrota. Ahora estamos en el infierno, caballeros".

En cuanto a las emociones, el eco de las palabras de Julio César llegó en la segunda mitad, en el momento de la sustitución, las lágrimas de Esteban Cambiasso, otro glorioso veterano del triplete. El argentino no reaccionó con egoísmo, y la frustración por la mala actuación se convirtió en un grito desesperado, casi en una mortificación frente al público que quizás lo abucheaba por primera vez. Sin polémicas, sin recriminaciones, sin protagonismos. Sólo tantos sentimientos, que si no sacan al Inter de la crisis en la que está sumido dramáticamente, al menos harán más grato el recuerdo de estos inimitables campeones. Hasta el año pasado vimos ganar al Inter, el domingo por la noche entendimos por qué lo lograron.

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