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Brasil-Argentina: un desafío del pasado

Esta noche en Belo Horizonte se retan los dos grandes del fútbol sudamericano - Messi contra su amigo Neymar: Argentina y Brasil se aferran a sus dos campeones para superar las dificultades.

Brasil-Argentina: un desafío del pasado

Cuando piensas en fútbol, ​​piensas en Brasil e Argentina. Invariablemente. Y cuando uno piensa en una rivalidad futbolística (aunque la que tenemos entre nosotros y los alemanes, o entre nosotros y los franceses, no es broma) uno piensa en la de los dos colosos sudamericanos, que siempre han sido los amos en su continente. y que competirá, una vez más, a las 00:45 de esta noche, en Belo Horizonte, donde vuelve a jugar Brasil tras el siete a uno sufrido por Alemania en el Mundial hace dos años.

Un reto entre dos campeones, Messi e Neymar, que son grandes amigos y compañeros, y entre dos potencias en crisis, de resultados o de identidad. Por un lado está el sufrimiento de Argentina, que ha perdido las dos últimas Copas América en la final contra Chile, infligiendo a su jugador símbolo, Leo Messi, el mejor de hoy y quizás de siempre, dos de las tres heridas más profundas (la otra es la final del Mundial perdida ante Alemania) de su brillante carrera.

Después de todo, ya se han gastado ríos de tinta sobre la atormentada relación entre el número diez y su selección. A menudo antepone la retórica al fútbol, ​​o habla por parcialidad. Como en el caso de la última final de la Copa América cuando, antes de fallar mal su penalti, Messi había sido el único, en la muy floja Argentina del Tata Martino, ahora sustituido por Bauzá, en intentar jugar al fútbol.

O como hoy: tras la pantomima del adiós a la camiseta albiceleste, el diez de los blaugranas se confirmó como el salvavidas de una selección que en los tres partidos en los que pudo alinearle anotó nueve puntos, siempre ganando, mientras que en los otros siete solo hizo siete, condenándose a uno ronda clasificatoria período previo. A la fecha, Argentina es sexta. Los cuatro primeros pasan, y el quinto empata con el ganador de Oceanía.

En términos de clasificación, Brasil puede sonreír. Con el nuevo entrenador Tito suman cuatro victorias de cuatro y, ahora, tras una crisis inicial, los verdidoros miran desde arriba con veintiún puntos en la clasificación. El primer oro olímpico, tras un nuevo psicodrama cercano a Alemania, ha dado una nueva tranquilidad a los brasileños, aunque no ha borrado la vergüenza del Mineiraço y la prematura eliminación en la centenaria Copa América.

El sentimiento dominante es esa grandeza brasileña, y el mito de Joga bonitoahora han desaparecido por completo. Sustituido por un pragmatismo difícilmente conciliable con la mitología verde-oro. Aparte de Neymar, y destellos de la nueva ola de Coutinho y Firmino, Brasil parece haberse aplanado en una mediocridad suficiente para superar a la burguesía del fútbol sudamericano. Contra el otro noble, incluso en una crisis de identidad, podría no ser suficiente.

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