Para hacer frente a las dificultades inducidas por la crisis, las familias italianas optan por la prudencia y reorganizan sus relaciones financieras privilegiando cuentas, depósitos y bonos. Esta es la fotografía tomada por la Abi en la reunión anual dedicado a la relación banco-cliente, previsto hoy y mañana en Roma.
Más allá de los fenómenos de flujos hacia el exterior o hacia activos refugio, existe un cambio generalizado en la elección de los ahorradores hacia instrumentos más líquidos: desde fines de 2010 hasta fines de 2011, las personas físicas que poseen al menos un instrumento financiero disminuyeron y, entre estos inversores, ha disminuido la diversificación de la cartera media, que hoy en día ronda los 2 tipos de instrumentos financieros cada uno. La tendencia es invertir en productos que no sean particularmente complejos y en formas de inversión que puedan liquidarse fácilmente si es necesario. En particular, el interés de los clientes se concentra cada vez más en los depósitos y valores de las empresas, especialmente de carácter bancario.
En un momento económico desfavorable como el actual que genera incertidumbre sobre las perspectivas de futuro, las personas tienen aún más miedo a endeudarse, especialmente en materia de créditos hipotecarios y de consumo. “Los hogares avanzan hacia un cambio de criterio en la gestión del ahorro. Esto va acompañado de una remodulación de la oferta del lado de los bancos”, señala el presidente de la Asociación Bancaria, Giuseppe Mussari.
Ante la progresiva caída de los ingresos y el consiguiente deterioro del poder adquisitivo de los ciudadanos, según la Abi, se necesitan soluciones para apoyar el poder adquisitivo de las familias, especialmente de las más débiles.
