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Pensiones, cuánto cuesta la flexibilidad al Estado

La Oficina de Presupuestos del Parlamento ha cuantificado los costes para las arcas públicas de la jubilación anticipada: de 3 a 8 millones de euros para la propuesta de Damiano, de 0,65 a 2,8 millones para la Boeri y mucho menos para el Ape (el anticipo de pensión) del Gobierno.

Pensiones, cuánto cuesta la flexibilidad al Estado

La Oficina Parlamentaria de Presupuesto (PBO) en su Focus nº 6-2016 (del que hemos elaborado un resumen de los aspectos que a nuestro juicio son esenciales) abordó el tema de la flexibilidad en la jubilación centrando la atención en las implicaciones que las reglas de jubilación pueden tener. tener en el mercado laboral. A continuación, el Informe repasa las principales propuestas para restaurar la flexibilidad, la presentada por el Excmo. Cesare Damiano y el presentado por el presidente del INPS, Tito Boeri, y por último el Adelanto de Pensiones (APE) en el que está trabajando el Gobierno (junto con los sindicatos). Aunque ya no sean centrales para el debate, como las considera PBO, las dos primeras propuestas ofrecen un punto de referencia que puede ser útil para diseñar nuevas soluciones. Es por esta razón que el Focus proporciona una evaluación de impacto a partir del conjunto de datos de los trabajadores activos de las fuentes del INPS (con referencia a los trabajadores por cuenta ajena y por cuenta propia). De la propuesta de gobierno (APE) se destacan algunos perfiles -ya que aún está en gran parte inconclusa- que será importante seguir en el contexto de su operación. El Informe (editado por Nicola C. Salerno con la colaboración de Emilia Marchionni) parte de las críticas dirigidas a la reforma Fornero (de la que se deriva un ahorro acumulado de 88 mil millones en la década de 2012 -por los efectos en la dinámica del trabajo y productividad Los trabajadores de mayor edad, ya expulsados ​​del mercado por la crisis o que habían tomado la decisión de abandonar el trabajo, veían alejarse su fecha de jubilación y se vislumbraba la posibilidad de esperar unos años sin ingresos del trabajo o jubilación.

La respuesta más clara a estas dificultades la representan las siete medidas de salvaguardia que, entre 2012 y 2016, eximieron a determinados grupos de trabajadores de los nuevos requisitos de jubilación. Se trata de medidas extraordinarias que, si han paliado el problema, no pueden constituir un componente permanente del sistema de pensiones. Análisis recientes también muestran que el endurecimiento de los requisitos para acceder a las pensiones decidido por la reforma puede haber contribuido a frenar el relevo generacional fisiológico y retrasar la recuperación de la productividad. Es en esta perspectiva que se desarrolla la discusión sobre la introducción de formas de flexibilidad en los requisitos de jubilación. Un rasgo sobresaliente de la flexibilidad es la opción que tiene el trabajador de elegir cuándo jubilarse dentro de un rango de edad, aceptando el principio general de que la asignación es de menor cuantía si se jubila antes de los requisitos normales. Cabe señalar que si el cambio general, a nivel internacional, va en la dirección de elevar la edad de jubilación, muchos países cuidan mantener cierta flexibilidad en la parte final de la vida activa (por ejemplo, con formas de salida gradual del trabajo con jornada parcial, vías de descenso, apoyo a los jóvenes) y en la misma fecha de jubilación (con incentivos para prolongar el trabajo de forma voluntaria).

En el caso italiano, según el PBO, las reformas que se han llevado a cabo en los últimos años han tenido el efecto deseado de aumentar las tasas de participación y empleo en el grupo de edad de 55 a 64 años, que anteriormente se encontraban entre las más bajas de Europa (alrededor de 10 puntos porcentuales por debajo de la media de la zona del euro). Sin embargo, estas mejoras han ido acompañadas de un descenso muy acusado de la tasa de empleo de los grupos de edad más jóvenes (15-24 y 25-49). La intensidad de estas tendencias divergentes parece ser una peculiaridad italiana y es una de las razones (aunque no la única) del debate sobre la flexibilidad. El efecto de las reglas de jubilación en el mercado laboral y, en particular, en las tasas de empleo por edad se analiza ampliamente en la literatura económica. De acuerdo con la tendencia prevaleciente durante mucho tiempo de la falacia del pago único del trabajo; en una economía en crecimiento, los trabajadores de mayor edad no quitan oportunidades a los más jóvenes, sino que contribuyen a expandir el potencial productivo general. Más recientemente, esta visión general se ha visto enriquecida por contribuciones que sugieren evitar aumentos demasiado fuertes y abruptos en los requisitos de jubilación, especialmente en tiempos de crisis económica y dificultades en el mercado laboral. En los últimos meses de 2015 y en los primeros meses de 2016, la discusión se centró en dos propuestas de flexibilización, que se señalan brevemente como "Damiano" y "Boeri". Ambos prevén un canal de salida adicional a las ya existentes pensiones de vejez y jubilación anticipada con criterios que no satisfacen la neutralidad actuarial. La pensión flexible "Damiano" estaría dirigida a un público muy amplio, mientras que la "Boeri" sería más selectiva, aspecto que produce efectos asimétricos entre hombres y mujeres y entre empleados y autónomos. En las estimaciones de la Oficina Parlamentaria de Presupuesto (UPB), referentes al fondo de pensiones de los empleados (FPLD) en sentido estricto y a la gestión de los trabajadores por cuenta propia9, si todos aquellos que tuvieron la oportunidad de acogerse al “Damiano” la jubilación flexible efectivamente lo hizo, en 2017 habría un mayor gasto público de más de 3 millones de euros, aumentando hasta alcanzar los 8 millones en 2024. La flexibilización "Boeri" pesaría menos en las finanzas públicas: de 650 millones de euros en 2017 a 2,8 millones en 2024. La consideración de otras categorías laborales, comenzando por el sector público, obviamente aumentaría estas cifras. Los trabajadores públicos ganan pensiones promedio significativamente más altas que los del sector privado (entre 70 y 75 por ciento más), como resultado de carreras más largas y continuas.

La propuesta de gobierno (APE) en discusión tiene una estructura diferente y surge de la necesidad de reducir al máximo el impacto de la flexibilidad en las finanzas públicas. Cada trabajador estaría llamado a asumir personalmente los costos de su acceso anticipado a la jubilación, con ayudas públicas que se activarían sólo a favor de los de menores ingresos. Hasta aquí el Focus se limita a ilustrar los problemas abiertos, sin renunciar no obstante a los costes que deberían soportar las finanzas públicas, aunque con cuantías diferentes en los dos casos en cuestión. 

La propuesta de “Damiano”

En esta propuesta, la jubilación sería posible a partir de los 62 años y con una antigüedad mínima de 35 años, sin distinción entre hombres y mujeres. Se aplicarían reducciones porcentuales del 2% anual hasta un máximo del 8% en el caso de jubilación antes de los 66 años de edad a las cuotas de pensión. Las reducciones se transformarían en primas de prolongación de carrera similares en el caso de jubilación a partir de los 67 años. La única limitación para la jubilación flexible "Damiano" es que el importe final de la pensión (después de posibles reducciones) alcance al menos 1,5 veces el subsidio social, aproximadamente 670 euros mensuales (8.730 anuales durante 13 meses). No se especifica si las edades y antigüedad de la matriz están indexadas al progreso de la vida esperada. Después de 41 años de antigüedad, la jubilación es posible sin restricciones de edad y sin reducción de la asignación.

La propuesta "Boeri"

La propuesta pretende extender el canal de jubilación a todos los trabajadores con al menos 63 años y 7 meses de edad y 20 años de antigüedad contributiva, con vinculación al progreso en la vida esperada. Esta posibilidad ahora es accesible solo para aquellos que se encuentran dentro de las reglas de cálculo de la acumulación nocional (trabajadores contributivos recién contratados a partir de 1996 en adelante), siempre que la pensión sea igual a por lo menos 2,8 veces la asignación social. La prórroga añadiría dos aspectos calificativos: se aplicaría una reducción del 3 por ciento a la parte salarial de la pensión por cada año que separe la edad de jubilación flexible de la de vejez normal; el importe de la pensión (después de la bonificación) no podrá ser inferior a 1.500 euros brutos durante doce meses (18.000 euros anuales). Aunque superior al valor máximo asumido por la reducción por año de la flexibilidad en la propuesta de "Damiano" (2 por ciento), incluso el 3 por ciento de los "Boeri" queda por debajo de la neutralidad actuarial.

Las simulaciones de Gianni Geroldi

Aunque superior al valor más alto asumido por la reducción por año de la flexibilidad en la propuesta de "Damiano" (2 por ciento), incluso el 3 por ciento de los "Boeri" queda por debajo de la neutralidad actuarial (como, más aún, la de Cesare Damián). El Focus, de hecho, hace referencia a un trabajo reciente de Gianni Geroldi ("Las cargas de la jubilación flexible"), creado con algunas microsimulaciones sobre trabajadores típicos. Geroldi calcula qué reducciones serían realmente neutras desde un punto de vista actuarial, es decir, qué correcciones mantendrían invariable el valor actual de las prestaciones en un horizonte igual a la vida esperada del trabajador. Con los adelantos de cuatro años, las pensiones se reducirían entre un 24 y un 30 por ciento de su monto hipotético al cumplir todos los requisitos (edad o antigüedad). Según el autor, estos valores -la suma de las penas y las contribuciones menores- conducirían a un posible problema de adecuación del tratamiento. Pero, por el contrario, se desprende de estas simulaciones que tanto las propuestas de Damiano como las de Boeri están lejos de lograr la equidad actuarial que sería necesaria y que se anuncia. De ahí las cargas difícilmente sostenibles, mencionadas anteriormente. Geroldi también considera las reducciones que serían neutrales desde el punto de vista actuarial, es decir, aquellas correcciones que mantendrían invariable el valor presente de los beneficios netos, en un horizonte igual a la vida esperada del trabajador, en los dos escenarios alternativos: el salida flexible y los requisitos completos. Suponiendo una tasa de interés nominal del 3 por ciento, el descuento actuarial sería de alrededor del 10 por ciento para el pago inicial de un año, alrededor del 16 por ciento para el pago inicial de tres años, alrededor del 21 por ciento para el pago inicial de cuatro años.

Los efectos en el empleo juvenil

En cuanto al presunto efecto negativo sobre la contratación de jóvenes, la PBO recuerda las estimaciones realizadas por autores (también por el INPS en su último Informe) que se enfrentaron a este problema: una postergación de cinco años del trabajador (por ejemplo, un trabajador bloqueado por cinco años o dos trabajadores bloqueados por dos años y medio, etc.) implican un joven menos contratado. Proyectando estos resultados a todas las empresas de más de quince empleados del sector privado que permanecieron activas durante el período 2008-2014, los autores estiman que la reforma de 2011 habría reducido la contratación de jóvenes en 37 unidades, en torno a una cuarta parte de la caída en la contratación de jóvenes registrada en el período (obviamente neta de la no renovación de la facturación en el sector público, que también tiene otras causas). No parecería que se tratara de ''efectos devastadores'' de cara a la recuperación a la vida activa de los trabajadores mayores. En primer lugar, según una parte sustancial de la literatura sobre seguridad social, la fuerza laboral de diferentes edades no es homogénea en términos de habilidades y vocaciones y, por lo tanto, las diferentes generaciones son complementarias más que reemplazables dentro de la fuerza laboral. Desde esta perspectiva, un relevo generacional alentado o incluso inducido por medidas de jubilación anticipada podría desequilibrar la composición de la fuerza laboral y tener efectos negativos sobre la productividad. En segundo lugar, un mayor gasto en pensiones se traduciría, si se financia sobre la base de reparto, en mayores impuestos y/o contribuciones obligatorias, con efectos distorsionadores tanto del lado de la oferta laboral como del lado de la cuestión. Finalmente, también se cuestiona la composición del gasto público asistencial que, al estar excesivamente desequilibrado en el capítulo de pensiones por exceso de gasto en edades bajas, carece de recursos suficientes para dedicar a otras instituciones asistenciales (políticas laborales activas y pasivas, conciliación vida-trabajo). , políticas familiares y de no autosuficiencia, formación, etc.).

El APE y la RITA

Según la PBO, el anteproyecto de propuesta gubernamental es claramente menos conveniente para el trabajador y supone una menor implicación de las finanzas públicas. Los flujos de efectivo de las pensiones flexibles no provendrían del presupuesto del INPS sino del sistema de banca-seguros con costos de mercado que con toda probabilidad implicarán, para la devolución del préstamo bancario, reducciones superiores a los porcentajes "Damiano" (no más del 2 por ciento al año) y “Boeri” (3 por ciento). El APE podrá ir acompañado del Adelanto de Renta Complementaria Temporal (RITA). Consistiría en la desvinculación de los requisitos para acceder a la prestación de pensión entre el pilar público y los pilares privados complementarios (fondos de pensiones y pólizas de seguro de jubilación), de forma que la pensión privada sea exigible con unos años de antelación y pueda funcionar también como ingreso "puente" hasta el vencimiento de los requisitos de vejez o antigüedad en el primer pilar. Sólo entonces el trabajador sería absorbido por el sistema de pensiones que también cobraría el préstamo a plazos.

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