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¿Nuclear “verde”? Europa dice no a la retórica de la tecnología

La elección de incluir la energía nuclear entre las energías verdes daña la credibilidad de la transición energética europea y está dictada por razones que no son ni lógicas ni transparentes

¿Nuclear “verde”? Europa dice no a la retórica de la tecnología

La decisión de incluir el nuclear (además de gasolina) entre energías verdes dividir la Comisión Europea. Nosotros pensamos una mala decisión, que podria dañar gravemente la credibilidad de la Transición Verde Europea. Y el error no está en confiar en la tecnología, sino en caer en la retórica de la tecnología.

Durante décadas, la Unión Europea se ha comprometido seriamente con el desafío de superar las energías fósiles y un modelo de desarrollo que, a los ojos de todos los observadores imparciales, no es sostenible ni desde el punto de vista ambiental ni social.

En un lado, calentamiento global amenaza no solo la biodiversidad sino incluso la supervivencia de la especie humana, e degradación ambiental, incluida la deforestación, trae consigo nuevos riesgos al punto de hacer más probable el estallido de pandemias; en resumen, la humanidad ha entrado en curso de colisión con el planeta Tierra.

En el otro, disparidades en la distribucion de la riqueza, los ingresos y las oportunidades de emancipación de las personas se han expandido a niveles insoportables incluso en los países ricos. Es una línea de falla que puede sacudir el contrato social.

El gas no es como el carbón o el petróleo...

Ante estas emergencias, que nuestro continente ciertamente no puede resolver por sí solo, la UE se ha convertido en un faro de esperanza global, construyendo perspectivas concretas con su compromiso con la Agenda 2030 de la ONU para el desarrollo sostenible y la aceleración del Green Deal y la Next Generation EU.

Un pilar de la Transición Verde es descarbonización para 2050, cuando la UE quiere convertirse en el primer continente con cero emisiones de CO2. Para ello son fundamentales las políticas energéticas dirigidas al ahorro del consumo energético y, especialmente, a la transformación de fuentes fósiles (carbón, petróleo y productos relacionados) a renovables (solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica, biomasa, etc.).

Desde este último punto de vista, es útil distinguir las más y menos dañinas entre las fuentes fósiles y parece por tanto legítimo tratar el gas con sanciones más bajas que el carbón y el petróleo, porque el primero produce menos CO2 que el segundo.

…pero la energía nuclear solo se puede “limpiar” con fusión

Es un asunto diferente para la energía nuclear. Aunque a menudo escuchamos hablar de energía nuclear "limpia" de próxima generación, casi todos los científicos creen que la energía de las fuentes atómicas puede volverse "limpia" solo cuando pasamos de la fisión a la fusiónobjetivo no alcanzado hasta ahora. Por lo tanto, hasta donde se sabe, en el estado del arte La energía nuclear no puede ni debe considerarse "limpia".

Aunque los reactores de próxima generación han reducido la probabilidad de fallas letales, los eventos catastróficos no pueden ser excluidos cuando se depende de la energía nuclear. Por tanto, parece correcto fomentar la investigación hacia la fusión nuclear, pero parece un despropósito querer dar a las fuentes de energía nuclear disponibles hoy en día el sello de energías "verdes". La probabilidad, incluso muy baja, de eventos catastróficos sugiere no exponerse a tales riesgos, adhiriéndose por precaución al principio de responsabilidad propuesto por Hans Jonas, el fundador del pensamiento filosófico de la sustentabilidad. Dado un contexto complejo con determinantes científicos inciertos, el principio de precaución ofrece un criterio orientador de la acción humana según la conciencia (de la incertidumbre del riesgo) y la responsabilidad (de la gestión del peligro).

En definitiva, desde este punto de vista, si la inserción del gas como fuente "verde" transitoria puede tener su razón de ser, extender la etiqueta "verde" a la energía nuclear representa una solución aberrante, dictada por razones que, tal vez basadas en intereses creados, no son ni lógicas ni transparentes.

Un modelo de desarrollo que mata al planeta

Este año se cumple el quincuagésimo aniversario de la publicación del famoso informe "Los límites del crecimiento", elaborado por luminarias del MIT de Boston por encargo del Club de Roma. El informe pronosticaba que, sin correcciones serias, el modelo de desarrollo imperante chocaría con los límites de los recursos naturales, llevando a la humanidad al colapso socioambiental. El animado debate que siguió fue silenciado rápidamente por la retórica de la tecnología. En serio a partir de la década de XNUMX se afirma la visión neoliberal según el cual el hombre, apoyándose en los estímulos de los precios del mercado, habría encontrado todas las soluciones tecnológicas necesarias para superar esos límites. Y, en efecto, los avances tecnológicos han sido excepcionales, contribuyendo sin duda a mejorar la condición humana, al menos desde un punto de vista material. Sin embargo, ese patrón de desarrollo ha seguido dañando el medio ambiente (contaminando y vertiendo cantidades cada vez mayores de gases de efecto invernadero en la atmósfera provocando así el calentamiento global) y producir desigualdad en la sociedad, cuestionando el buen funcionamiento de los precios de mercado y convocando a las manifestaciones FridaysForFuture de jóvenes en busca de un futuro más justo para ellos y para las generaciones venideras.

Aurelio Peccei, fundador del Club de Roma, dijo que "la tecnología no puede ni debe detenerse (...), pero debemos orientarla hacia el bien de la comunidad". El punto de inflexión marcado en Bruselas, por mayoría, el La energía nuclear “verde” es una elección en nombre de la retórica de la tecnología, una elección equivocada que es de esperar que se revise lo antes posible. De no ser así, más allá de los riesgos inherentes a la propia elección, este paso correría el riesgo de dejar cicatrices en los grandes avances realizados hasta el momento y en los que se prevén en la Transición Verde Europea.

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