comparte

Juve con Sarri, Inter con Conte, Milan con Giampaolo: así cambiarán

La revolución de los banquillos dedicados a la búsqueda del bello juego ha involucrado a todos los principales clubes italianos, pero queda la pregunta crucial: ¿el bello juego también trae victorias?

Juve con Sarri, Inter con Conte, Milan con Giampaolo: así cambiarán

La venganza de los "jugadores". A la espera de los golpes de mercado en el campo, la nueva Serie A se reinicia bajo el lema de los banquillos y una auténtica revolución cultural, antes que técnica. Sí, porque si hasta la Juventus del “ganar no es importante pero es lo único que importa” ha decidido casarse con un nuevo proyecto, en el que los medios y el fin deberán convivir armónicamente, el intento de amoldarse a la tendencia europea es claro, en el que ni siquiera se contemplan trofeos sin autorización. De hecho, la última Champions League habló claro: solo los que se atreven pueden intentar elevarla de verdad al cielo. Y así, la Juve, "cansada" de ganar sin entretener, ha decidido abandonar al pragmático Allegri y centrarse en Sarri, ese que hace del juego y del espectáculo una auténtica seña de identidad, y menos si con mono que con traje firmado. El matrimonio no es poco intrigante, no se puede negar: ver llegar al Comandante al Palazzo es lo más sorprendente que podía pasar, tanto que la llegada de Conte al Inter fue casi "normal".

Sin embargo, solo en la superficie, porque luego, si miras de cerca, esto también es una novedad que te frota los ojos. Antonio, el excapitán de la Juve, el líder que inauguró el ascenso post-Calciopoli, liderará al rival por excelencia, en realidad vistiendo la ropa del revolucionario mucho más que Sarri. Su Inter promete batalla como nunca, su currículum vitae habla por sí solo: a donde va también llegan los trofeos y si esto no pasa, como en Italia en la Eurocopa, pues todavía está muy cerca. La huella táctica de Conte quizás sea menos traumática que la de su colega de la Juventus, pero la verdadera revolución (o apuesta, según se mire) consiste en llevar al Inter esa cultura de trabajo que falta desde los tiempos de Mourinho, no por casualidad el último gran entrenador nerazzurro. Quienes lo conocen bien juran que en Appiano todo cambiará y que nada, absolutamente nada, quedará al azar y que la discusión también concierne a la sociedad, que se ve obligada a cumplir con todas sus órdenes-deseos. 

Una Juve que quiere hacer cantar el balón, un Inter dispuesto a destrozar el césped de todos los estadios: ¿y los demás? El Milán, aún con enormes diferencias de valores y objetivos, parece orientado a seguir el camino de los campeones. De hecho, la elección de Giampaolo va más hacia la dirección del juego que hacia la gestión, en un intento de volver a los viejos tiempos, cuando los rossoneri consideraban que el fútbol bonito era tan importante como el resultado final. Cierto, el entrenador cuenta pero no es suficiente: para jugar bien y ganar (que en el caso del Milan significa volver a la Champions) se necesitan los jugadores adecuados, por lo que Boban y Maldini tendrán un papel fundamental en la conformación de la plantilla. Sin embargo, la elección de Giampaolo demuestra la voluntad de empezar desde el principio, por tanto de un entrenador que enseña fútbol y que puede mejorar notablemente los elementos disponibles. Ni siquiera la Roma es una excepción, que ha optado por confiar en Paulo Fonseca.

Poco conocido por el gran público pero autor de años importantes en Ucrania, no tanto por los campeonatos ganados (que en todo caso no se dan por descontados) como por la progresión en la Champions League de su Shakhtar Donetsk, que llegó a octavos de final. 4 hace dos temporadas a costa del Napoli de Sarri, derrotado y eliminado en octavos. El paseo europeo, irónicamente, terminó contra la Roma pero quién sabe si esa noche, en apariencia tan amarga, abrió el camino para la oportunidad actual. El portugués deberá adaptarse a una realidad compleja como la romana, además en el año de las despedidas de Totti y De Rossi, sin embargo el cuadro parece gratamente intrigado por su 2-3-1-4 de ataque e imaginación, al menos leyendo el dato de suscripciones, aumentó en 2 unidades respecto al año pasado. Muchas novedades estimularán también a los que estuvieron antes, por ejemplo Carlo Ancelotti, llamado a responder presente y mostrar todo su valor. Napoli se mostró decepcionado en su primer año, no tanto por el puesto final (XNUMXº, al igual que su antecesor) sino por la sensación de rendición ante la Juve, rematada luego por eliminaciones en las distintas copas.

En definitiva, lo que está por comenzar será un campeonato-verdad también para él, aterrizado en las faldas del Vesubio con la reputación de quien, casi solo, puede marcar la diferencia y ahora obligado a demostrarlo con hechos. Pero el buen juego será el denominador común en casi todas partes, no solo en las plazas más celebradas. A los conocidos (y ganadores) Simone Inzaghi y Gasperini, muy blindados por Lazio y Atalanta, se suman Di Francesco y Andreazzoli, elegidos por Sampdoria y Génova, Montella, confirmado por la Fiorentina de Commisso, Semplici de Spal, De Zerbi de Sassuolo, Mihajlovic de Bologna y hasta Corini y Liverani, artífices de los ascensos de Brescia y Lecce. En resumen, la Serie A de tácticas exageradas y la fase defensiva frente a todo corre el riesgo de quedar en un recuerdo lejano, una especie de historia para contar a los niños antes de acostarlos. A menos que Mazzarri (Turín), D'Aversa (Parma), Juric (Verona) y Maran (Cagliari), últimos baluartes de un fútbol que fue, no logren sorprender a todos y subir al escenario, demostrando que el nuevo camino, por atractivo que sea , no es necesariamente mejor que el anterior. 

Revisión