comparte

Chile cancela a Pinochet: votamos por la nueva Constitución

El 15 y 16 de mayo, el país sudamericano elige la asamblea constituyente, que estará integrada por 155 ciudadanos, 17 de los cuales son indígenas. El texto estará listo dentro de un año y luego será sometido a referéndum

Chile cancela a Pinochet: votamos por la nueva Constitución

El sol está a punto de salir en la larga noche de Chile En el país sudamericano, que es la tercera economía más grande de la región (pero la primera en términos de PIB per cápita) y estaba entre las más eficientes del mundo en el campaña de vacunación, aún quedaba una página por pasar, y de no poca importancia dado que se trata de estabilidad democrática: la actual Constitución data de la época de la dictadura de Augusto Pinochet, que finalizó hace más de 30 años. El sábado 15 y el domingo 16 de mayo se convoca finalmente a los ciudadanos a las urnas, así como a las elecciones locales, también y sobre todo para elegir la asamblea constituyente, que estará integrado únicamente por miembros de la sociedad civil y tendrá la tarea de redactar la nueva carta. Una pieza de la que se ha hablado durante algún tiempo, y que fue eclipsada solo parcialmente por la fulgida. crecimiento económico lo que ha convertido a Chile en un país atractivo para las inversiones en los últimos años, con un bajo nivel de corrupción y una deuda pública relativamente baja. Chile es también el el mayor productor de cobre del mundo, materia prima que se esta volviendo muy preciado y que convierte a China en el primer socio comercial.

Pero no es oro todo lo que reluce: hace dos años el presidente (de centroderecha) Sebastián Piñera quebró la banca y tomó una serie de decisiones (entre ellas la de aumentar el precio del transporte público) que dispararon el costo de la vida, desatando protestas violentas en todo el país. Los enfrentamientos con la policía, especialmente en la capital Santiago, han degenerado paulatinamente en una verdadera masacre de civiles, abriendo una nueva página oscura en la historia de Chile, que desde hace varios meses revive así los fantasmas del golpe militar de 1973, cuando el entonces presidente, el socialista y muy popular Salvador Allende fue derrocado con las armas. De una protesta contra el costo de vida y las desigualdades, la revuelta popular pronto se expandió a necesidades más amplias, en primer lugar la revisión de las reglas democráticas de un país que aún se lame las heridas de los casi treinta años de la dictadura de Pinochet, a pesar de estar mientras tanto convertirse en un campeón del crecimiento económico.

En octubre de 2020 el primer punto de inflexión: la continua movilización, especialmente de los sectores más jóvenes de la población, convenció al presidente Piñera a lanzar un proyecto de reforma constitucional, que finalmente hace de Chile un estado liberal, una democracia completa. Lo que está en juego sobre todo es la formación de un sistema de bienestar público, comenzando por la educación garantizada para todos, la atención médica gratuita y de calidad y el derecho a una pensión digna ya una vivienda digna. Por primera vez en la historia, un país ha delegado la redacción de una carta constitucional a una asamblea totalmente elegida por y entre el pueblo. El movimiento feminista en particular, muy arraigado en Chile y uno de los protagonistas de la rebelión, insistió en esta fórmula. Ellos estarán también representan a las minorías, en particular las etnias indígenas, cuya protección será ciertamente incluida en el nuevo texto: de los 155 escaños a elegir en la asamblea constituyente, 17 están reservados para los indios.

Este también es un detalle no menor: en toda América del Sur crece cada vez más la necesidad de dar dignidad y derechos a las minorías étnicas, a diferencia de lo que se ha hecho en el pasado reciente. En las últimas elecciones generales de Ecuador, el partido indígena Pachakutik, liderado por Yaku Pérez y que de todos modos pasó a ser la segunda fuerza en el Parlamento, con 27 escaños, se arriesgó a ir a las urnas. El ganador, el conservador y antiabortista Guillermo Lasso, tiene solo 12 escaños y por tanto encabeza un gobierno minoritario, que inevitablemente tendrá que escuchar a la izquierda y al movimiento indígena. Volviendo a Chile, luego de su elección, la nueva asamblea tiene nueve meses (prorrogables hasta un año) para preparar un Constitución que luego será sometida a referéndum. Mientras tanto, en noviembre de este año, el país va a votar políticas y ya podría haber señales de un punto de inflexión. El camino aún es tortuoso, pero Chile ve la luz.

Revisión