Con uno de sus regates, Zlatan Ibrahimovic esquiva los activos y disfruta de sus 14 millones de euros por temporada. El delantero sueco fue quizás el más astuto de los scrooges franceses: cuando negoció su transferencia de Milán a PSG, tuvo cuidado de especificar en el contrato que su enorme salario tenía que ser estrictamente neto de impuestos.
Evidentemente, Zlatan, o quien fuera, se había tomado en serio las promesas socialistas de François Hollande. Precaución de futuro, dado que el domingo por la noche el presidente francés anunció en directo por televisión un duro golpe a los más ricos: las rentas superiores a 150 euros tributarán al 45%, mientras que las superiores al millón de euros al 75% para la parte que supere esta suma Pero el jeque qatarí Al Thani, dueño del dream team parisino, se hará cargo de los impuestos de Ibra.
Menos elegante es el intento de evasión del fisco protagonizado por Bernard Arnault, propietario y director ejecutivo de Lvmh: la semana pasada el hombre más rico de Francia (número cuatro en el ranking mundial) solicitó la ciudadanía belga. La audiencia desde el Elíseo no se hizo esperar: “Arnault debería haber reflexionado sobre lo que significa pedir otra nacionalidad –tronó Hollande– porque estamos orgullosos de ser franceses. Tenemos que ser patriotas en este momento". Al final, el rey de Louis Vuitton cedió: seguirá pagando impuestos en Francia.
