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¿El Estado en Stellantis? La última locura del ministro Urso y las ilusiones de la izquierda radical: gastar dinero público para no servir de nada

Una hipotética intervención del Estado italiano en el capital de Stellantis sería muy costosa (más de 6 millones de euros), pero no podría influir ni remotamente en la estrategia del fabricante de automóviles italo-francés, dado que la mayoría está firmemente en manos del actual accionistas

¿El Estado en Stellantis? La última locura del ministro Urso y las ilusiones de la izquierda radical: gastar dinero público para no servir de nada

Lamento decirlo pero, como ha sido Ministro de Empresa y Made in Italy, Adolfo urso No acertó ni siquiera por error. Pero la loca idea de la intervención del Estado italiano en Stellantis para equilibrar la presencia del Estado francés corre el riesgo de ser su último Caporetto. Si su estatismo de volver al coche ganara fuerza, Urso pasaría a los anales como el ministro que persiguió la ilusión de un nuevo país. Alfa Romeo a costa del contribuyente precisamente en el momento en que el Gobierno no sabe cómo encontrar los recursos para evitar el colapso de la mayor acería europea como la deex Ilva de Tarento. Pero, ¿qué sentido tendría invertir dinero italiano para intentar contrarrestar, en nombre de la soberanía económica, la presencia del Estado francés en Stellantis? No tiene sentido. No sólo porque sería una inversión muy cara para las arcas del Estado italiano -más de 6 millones de euros a los precios actuales del mercado bursátil-, sino porque no serviría en absoluto, ya que los principales accionistas del fabricante de automóviles franco-italiano poseen en la práctica el mayoría de Stellantis con el 27,4% del capital pero el 43,8% de los derechos de voto, de los cuales el 9,6 están en manos del CDP francés. La hipotética inversión pública en Stellantis sólo sería una inversión disponible incluso si, para colmo de paradojas, las regurgitaciones de estatismo seducen a la izquierda radical, desde Fiom-Cgil al La policía de Elly Schlein y el Movimiento Cinco Estrellas Giuseppe Conte, por no decir de Carlo Calenda, que redescubrió su antiguo trabajo como portavoz del ex presidente de Ferrari, luca montezemolo, notoriamente irritado con casa agnelli desde que fue expulsado del equipo de Maranello. Sería mucho más sensato que el Gobierno italiano adoptara una política industrial digna de ese nombre, basada en un intercambio honorable y transparente entre el Estado y las empresas como lo hacen otros países: incentivos públicos para apoyar el aumento seguro de los volúmenes de producción de automóviles en Italia y en particular el coche eléctrico. Bastaría con abandonar la falsa exhibición de músculos y utilizar el cerebro. Pero ésta no parece ser la propensión del Ministro Urso.

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