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AbìCinema: M para editar pero también Magnani y Morricone

AbìCinema: M para editar pero también Magnani y Morricone

Es difícil imaginar el arte cinematográfico sin editar. Algunos argumentan que incluso una toma de un sujeto fijo, sin ninguna manipulación posterior después del disparo, puede constituir una obra fílmica. Conceptualmente impecable, sustancialmente impracticable. El montaje se considera en general el elemento constitutivo, característico y específico de la expresión audiovisual y, en particular, del cine. Un sistema orgánico, lineal, analógico de imágenes o secuencias correlacionadas entre sí determina el trabajo del realizador que, en cierto sentido, es también el montador de las mismas aunque sean profesiones completamente diferentes. El montaje, como definición teórica, ya forma parte de la producción desde el momento en que se escribe el guión, donde las escenas o secuencias se disponen en su alternancia. A su vez, el m. interviene en la cadencia temporal de la película en tanto permite dilatar o acortar el espacio narrativo. En la cultura cinematográfica anglosajona se identifican correctamente dos actividades bien diferenciadas referentes al m.: el corte donde se realizan meras operaciones técnicas de corte y empalme de la película, mientras que el montaje se refiere a la creatividad, al orden expositivo que se pretende colocar en la película En Italia esta distinción no es del todo clara y se tiende a relegar la fase de montaje a un ámbito secundario de dirección o dirección.

El pionero del arte del m. George Méliès es considerado, por algunos definido como el segundo artífice del nacimiento del cine después de los hermanos Lumiere. A él le debemos la invención de algunas técnicas fundamentales de m. así como el inicio del cine de ciencia ficción. Luego siguieron David W. Griffith y Lev V. Kulešovagl. Su intuición fundamental era que la imagen cinematográfica puede sufrir múltiples manipulaciones y que la unión entre distintas imágenes no suma matemáticamente la suma de las mismas y que por tanto cada una de ellas adquiere un sentido completo en su colocación precisamente en el momento en que la entre sí en un flujo dinámico. La primera exposición teórica más exhaustiva sobre m. lo hizo Sergej M. Eisenstein con su obra monumental La teoría general del montaje de 1937 y, al año siguiente, Montaje.

La herramienta fundamental para el m. cinematográfica es la moviola, mientras que para la m. Se utilizan software de gestión de imágenes digitales que hacen que el trabajo de edición sea más rápido y racional.

Para más información: editado por Piero Montani

Entre los grandes nombres del cine italiano recordamos Anna Magnani, Nino Manfredi y Marcello Mastroianni. Todos ellos pertenecen a la historia del siglo pasado y cada uno de ellos ha perfilado los aspectos más significativos de la sociedad y cultura de nuestro país. Magnani fue la figura icónica de la mujer italiana de la posguerra: fuerte, inteligente y llena de pasión. Gran popularidad le llegó en 1945 con Roma ciudad abierta de Roberto Rossellini, ganó un Oscar en 55 con La rosa tatuada y alcanzó su apogeo en 1962 con Per Paolo Pasolini en Mamma Roma.

Manfredi, por su parte, caracteriza un momento importante del cine italiano de la década de 60, donde interpreta los papeles de un campesino romano entre lo cómico y lo melodramático. Llega al gran público también gracias al trabajo con los grandes directores del momento: desde Dino Risi, con quien hizo Straziami ma di baci saziami, luego con Ettore Scola con éramos tan amados y finalmente con Luigi Magni donde encuentra un gran éxito con En el año del Señor de 1969.

Marcello Mastroianni es el actor italiano por excelencia. Su debut más relevante se da con una película que aún hoy es considerada un hito del cine nacional: El desconocido habitual de Mario Monicelli de 1958 al que seguirá el gran éxito internacional con La dolce vita de Federico Fellini de 1960, con el que luego hará Jengibre y fred en 86 Inolvidable en un dia en especial de Ettore Scola en 77 y en una de sus últimas obras Sostiene Pereira de 1995.

En cuanto a los grandes directores italianos, proponemos dos nombres: Mario Monicelli y Nanni Moretti. Algunas de las películas más importantes de nuestra producción nacional están asociadas al primero: las dos primeras obras que también lo proyectaron en el escenario internacional son Las desconocidas de siempre del 58 y La gran guerra del año siguiente. Unos años más tarde otro título memorable: el ejercito brancaleone. En 75 ganó el David con otro título fundamental: Amici mia donde confirmaba su inspiración en la sátira costumbrista, en particular dirigida a lo que sucede en los círculos sociales y familiares restringidos: Un pequeño burgués, Esperamos que sea una niña y, por último , Serpiente Parientes del '92. En 1991 ganó el León de Oro a su trayectoria.

Nanni Moretti, por otro lado, marcó a una generación de cinéfilos (entre los que me incluyo). Debutó en la fase final del período de protesta estudiantil con Io sono un autarchico del 76 al que siguió inmediatamente el título que le daría el salto: ecce bombo donde relata las dificultades, crisis y tormentos de un grupo de jóvenes próximos a convertirse en adultos. El suyo es un cine atormentado, a veces complejo, intimista e introspectivo y quizás precisamente por su gran éxito: Dulces sueños del 81, Blanca del 84, la misa ha terminado hasta palombella roja, Caro diario y lo dramatico la habitación del hijo.

Este apartado no podía olvidar a un autor que ha dado al cine páginas memorables no en forma de imágenes sino con la banda sonora: Ennio Morricone. Su nombre está indisolublemente ligado a Sergio Leone con quien firma las obras maestras del cine occidental. Luego trabaja con Pasolini, Pontecorvo, Bertolucci y Tornatore para luego llegar, en nuestro tiempo, con Quentin Tarantino. También obtuvo el León de Oro a la Trayectoria en 1995 y, en la emoción general, el Oscar a la Trayectoria en 2008.

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