La posibilidad que la Comisión de la UE da a Italia de intervención pública en apoyo de los bancos hasta 150 mil millones cambia el juego. Es sabio, aunque tardío. Cuando una economía pierde el 10% de su PIB y el 25% de su facturación industrial, la hipótesis de que no hay quiebras del sistema bancario es poco realista. Las debilidades, especialmente las políticas, nos han hecho jugar demasiado con esa hipótesis.
Es hora de aclarar. Necesitamos una intervención pública amplia y sistémica. Atlante fue solo el canapé inicial. Es una pena que se haya hecho un daño grave al sistema de bancos territoriales en esa diversión. Habiendo sostenido una economía que no se recuperaba, quedaron en el limbo debido a la demora en la intervención pública. Y luego, con la mentira de que menos banqueros hubieran dado más crédito, el gobierno intervino con mano dura sobre los bancos populares y el Bcc.
Necesitamos restaurar rápidamente la funcionalidad completa de nuestros bancos y dejar de discriminar entre formas corporativas, como si algunas fueran hijas de un Dios menor. Esto sirve para crear las condiciones para reactivar la economía italiana, volver a invertir, crear puestos de trabajo, brindar un futuro a nuestros jóvenes.
