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Tercer Pleno: ¿es el mercado el verdadero desafío del gigante chino?

Los líderes chinos han anunciado una serie de reformas destinadas a reformar la economía del país durante la próxima década, pero ante la necesidad de un sistema de bienestar sólido, existe una fuerte inacción entre la clase dominante.

Tercer Pleno: ¿es el mercado el verdadero desafío del gigante chino?

Con el cierre del Tercer Pleno, los líderes chinos revelaron recientemente una serie de reformas destinadas a reformar la economía del país en la próxima década. En un comunicado emitido después de una reunión a puerta cerrada, figuraba como el libre mercado debe jugar un papel más incisivo. No obstante, si un nuevo comité supervisa la seguridad interna contra el descontento social y los agricultores obtienen derechos de propiedad sobre sus tierras, la propiedad estatal seguirá siendo un pilar de la economía. El problema principal parece entonces ser el de fortalecer la relación entre el gobierno y el mercado, permitiendo que estos últimos jueguen un papel decisivo en la asignación de recursos y mejoren el papel del propio poder político. Sin embargo, los analistas no esperan reformas políticas colocado en la agenda. Por tanto, el éxito de las reformas declaradas debe evaluarse a medio y largo plazo, teniendo en cuenta las probable renuencia de los funcionarios locales y grupos de interés en implementarlos.
Il Tercer Pleno es una reunión de cuatro días de los 376 miembros más influyentes del Partido Comunista de China. Cada legislatura prevé siete Plenos donde tradicionalmente el tercero trae consigo importantes reformas. Sucedió con el Tercer Pleno realizado en 1978, en el que el presidente Deng Xiaoping abrió China al comercio internacional y a las reformas que han sacado a relucir el potencial del Dragón a lo largo de los años, en 1993 cuando Jiang Zemin retomó el camino de la liberalización tras la represión de los movimientos de la Plaza de Tiananmen y en 1998 cuando se sentaron las bases para la entrada de China en la OMC (que tuvo lugar en 2001).
Hoy, China enfrenta problemas que requieren soluciones estructurales: en un contexto global modificado que ha provocado una desaceleración del crecimiento chino, el país se enfrenta a un envejecimiento de la población y a la falta de un sistema de bienestar sólido, la alta contaminación del aire y del agua y la necesidad de un nuevo plan de urbanización para integrar el creciente número de migrantes del interior del país a las grandes ciudades. Por lo tanto, sería necesario un cambio profundo modelo de desarrollo que se centra en el crecimiento del consumo interno y que pueda asegurar, a medio-largo plazo, un crecimiento más sostenible que el generado hasta ahora por las inversiones y las exportaciones, a costa de menores tasas de crecimiento pero también de una más atención a la calidad de estilo de vida. Lo cual parece cada vez más difícil de lograr en aquellos países donde la clase dominante, al querer protegerse a sí misma y a su presunta integridad, no se enfrenta a esos grupos de interés y rentas posicionales que representan el verdadero obstáculo para el bienestar.

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