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Sequía, el Canal de Panamá está seco: tiempos y costos alarman para el transporte marítimo

Una estación seca sin precedentes en el país centroamericano está frenando gravemente el tránsito del canal artificial por el que pasa la mayor parte de alimentos y bebidas de América del Sur a Europa. Temores por la inflación y también por la oferta de bienes de cara al Black Friday y la Navidad

Sequía, el Canal de Panamá está seco: tiempos y costos alarman para el transporte marítimo

Entre los muchos efectos dramáticos del cambio climático, también está el de amenazar seriamente la economía global. La última prueba proviene de Panamá y de su famoso canal, creado artificialmente a principios del siglo pasado y por el que circulaba el 3% del comercio mundial en términos de volumen y casi un tercio de todos los contenedores que pasan por el Pacífico, con destino a la costa este de Estados Unidos o Europa.

La emergencia de la sequía en Panamá

debido a un sequía sin precedentes Los tiempos de recorrido del canal se están alargando y en consecuencia el costos para las empresas: En Panamá, normalmente uno de los países más húmedos del mundo, la primera mitad de este año fue la segunda más seca en casi un siglo. Esto significa sobre todo los vehículos más pesados ​​luchan por pasar, dado que se necesitan 50 millones de litros de agua por cada portacontenedores, en una fase en la que -pese a ser temporada de lluvias- el embalse está al mínimo de su capacidad.

Menos cruces y mayores costes

Por este motivo, las autoridades panameñas se han visto obligadas a adoptar restricciones, reduciendo los cruces diarios de 36 a 32 y, por tanto, la cola de espera aumentó un 16% en comparación con el año pasado, y el tiempo medio de travesía se duplicó con creces, pasando de los 8 días calculados en julio a los 18 días detectados en agosto por la agencia de transporte marítimo Norton Lilly. Por no mencionar el Costi: el precio medio para enviar un solo contenedor de 40 pies desde China a los Emiratos Árabes Unidos, según el Financial Times que reporta los datos del instituto Xeneta, creció un 36% este verano a $2.400.

La situación es preocupante por varios motivos: en primer lugar, porque está empeorando imprevisibilidad del clima no nos permite plantear hipótesis sobre una solución a la crisis a corto plazo. Al contrario, las previsiones son negativas e, irónicamente, una intervención para ampliar el canal en 2016 creó más espacio para los barcos más pesados, que son hoy los que más molestias generan. Y luego, como hay costos crecientes, el verdadero problema es veces. De hecho, en las últimas semanas ya ha llegado el momento de enviar mercancías a Occidente de cara al Black Friday de noviembre y a las Navidades, con una demanda que pronto aumentará significativamente.

No solo. Por el Canal de Panamá pasan productos estratégicos, por diferentes motivos: el gas licuado procedente de Estados Unidos, por ejemplo, enfrenta mayores dificultades que los buques de carga, que suelen tener el derecho de paso porque reservan el acceso con meses de antelación. Por otro lado, gran parte de las frutas y legumbres frescas transitan desde Sudamérica para ser entregadas a Europa (en general, los alimentos y bebidas representan el 77% del tráfico de carga en portacontenedores en el canal), lo que hace que los tiempos sean ajustados. , debido a la perecibilidad del producto, y que un aumento en los tiempos y costos de transporte incide directa y fuertemente en la inflación. En pocas palabras, los italianos pagarán más por estos alimentos y quizás incluso por los regalos de Navidad en los próximos meses.

Sin olvidar, por último, pero no menos importante, que el negocio del canal soporta eficazmente toda laeconomía de panamá, uno de los más prósperos de América Latina pero que depende estrictamente de la cuenca hídrica. Sólo los ingresos relacionados con los impuestos al transporte marítimo, debido a las restricciones, se reducirán este año en 200 millones de dólares, pero lo que más preocupa es que el canal abastece de agua potable a dos millones de panameños. Una vez más, el cambio climático toma la forma de una bomba lista para detonar las tensiones sociales.

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