No es la primera vez y, es fácil imaginar, no será la última. Por enésima vez, como denuncia la CISL, todas las oficinas de correos en Italia están descontroladas debido a que el sistema operativo de la computadora está bloqueado, y por enésima vez, pues, estos perjuicios acaban creando molestias que se están extendiendo como la pólvora por todo el territorio italiano.
La dirección de Poste Italiane, como siempre en estos casos, guarda silencio, a diferencia de los usuarios, forzados a largas (y muchas veces inútiles) colas y pensionistas que no pueden retirar su pensión, que se reúnen para protestar contra los trabajadores de correos.
Lo que queda de esta grotesca historia con un sabor demasiado antiguo es el jugo, que por desgracia es un jugo muy serio, sin embargo, y terriblemente amargo, la triste historia de una empresa pública que con demasiada frecuencia no sabe o es incapaz de prestar un servicio público. Y quizás la solución más sencilla a estos constantes inconvenientes sería privatizar la oficina de correos y finalmente hacerla eficiente, en lugar de seguir pagando (pródigamente) a un gerente profesional, un campeón de la transformación política, como el director ejecutivo Massimo Sarmi.
