“El problema actual es la gobernanza europea. Pagamos caro la ortodoxia alemana”. Nicolas Sarkozy lo habría dicho, "extraoficialmente", por supuesto. Así lo reveló Le Canard Enchainé, el semanario satírico de París, bien informado de todo, incluso en el backstage del Elíseo.
“Durante meses -habría añadido- no he dejado de repetir que el BCE debe tener un papel mayor y no puede jugar al escondite. Este es el corazón del problema”. Sarkozy está luchando para que el Banco Central Europeo se convierta en prestamista de última instancia. Pero no puede hacer nada ante la resistencia de Angela Merkel. En el tándem franco-alemán que tradicionalmente domina la Unión Europea, Berlín está ahora al volante, gracias a su poder económico y mejor resistencia a la crisis.
Francia, que acaba de perder la triple A de Standard & Poor's, parece cada vez más débil. Según el Canard, Sarkozy también se desquitó con los analistas de la agencia calificadora, llamándolos "instigadores de la crisis". “Es cierto, podíamos haber esperado un poco –añadió-, pero están actuando a contrarreloj, porque la situación económica está mejorando”.
Sarkozy, que lidia (con muchas dificultades) con la próxima campaña presidencial (la primera vuelta se espera para finales de abril), ha aplazado recientemente una cumbre que tenía prevista con Merkel y Monti.
