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Países emergentes, cañón suelto para los mercados financieros

Brasil, India, Indonesia y Turquía empezaron a rugir en 2000, con el auge de las materias primas y la llegada de inversores que huían de la recesión estadounidense – Ahora esos mismos estados están quemando sus reservas acumuladas y deben luchar contra la depreciación de las monedas – L 'Chinese unknown – A tsunami soplado por el viento decreciente de la Fed

Países emergentes, cañón suelto para los mercados financieros

Sólo los problemas están surgiendo ahora. Y así, las naciones recién industrializadas -aquellas que han sido consideradas las "próximas grandes" durante al menos 10 años- después de haber emergido del anonimato en el océano de las economías mundiales que cuentan, ahora corren el riesgo de hundirse y convertirse en el cañón suelto de la mercados financieros en 2013.

Una década en la cresta de la ola, para Brasil, India, Indonesia y Turquía, por no hablar de China. Pero luego aparecieron algunos icebergs, olas rebeldes inesperadas y viejos cruceros. Y los jóvenes timoneles empezaron a vacilar.

Todo comienza con el nuevo milenio. Fue en el año 2000 que la primera ola -la benéfica, del capital- golpeó a una serie de naciones que intentaban salir de la pobreza. El aguacero del auge de las materias primas y las políticas ultraexpansivas adoptadas por las economías maduras después del shock crediticio de 2008 ha humedecido el terreno previamente seco. Pero también las políticas económicas de los países emergentes. Para permitir el florecimiento llegaron inversores que huían de la recesión en Europa, Estados Unidos y Japón.

Es así como estos países, cuyo potencial parecía escondido y hundido como los tesoros de la Atlántida, se vuelven emergentes. Y gracias a esta larga fase de crecimiento sostenido, al cierre del primer trimestre de 2013 los bancos centrales de los estados en cuestión acumularon un premio mayor de 7400 billones de dólares en reservas de divisas.

Es en ese punto que llega la ola anómala, la que amenaza con hundir de nuevo la Atlántida. Un tsunami provocado por un terremoto que llevaba tiempo ocurriendo, pero los países emergentes no habían sido capaces de reconocer las señales. Está China -que tras el surgimiento empezó a volar-, la estabilización de la Eurozona y la recuperación americana. En los Estados Unidos, entonces, una nueva palabra mágica está comenzando a hacerse popular en la Reserva Federal: reducción gradual.

Tapering significa "reducción gradual del plan de inyección monetaria" lanzado el otoño pasado por la Fed. En septiembre de 2012, el banco central de EE. UU. aumentó su programa mensual de compra de bonos del gobierno a $ 85 mil millones. La marea cambia el 22 de mayo, con el número uno del instituto Ben Bernanke que menciona el tapering -la reducción, de hecho- del mencionado plan ya en los próximos meses. Este es el inicio de la fuga de capitales de los países emergentes, comenzando inmediatamente los mercados a descontar una apreciación del dólar.

El Fondo Monetario no oculta su preocupación por el fenómeno: una salida más fuerte de capitales de esos mercados (en los últimos 4 años había llegado por 3.900 millones) podría ser el iceberg imposible de evitar, porque la cuota de deuda pública de varios Los países emergentes en manos de inversores extranjeros se ha más que duplicado en 4 años. Mientras tanto, más de una fuga se ha abierto en el búnker de reservas de divisas: entre mayo y julio, Indonesia quemó 6 millones de dólares al mes, Turquía perdió casi el 13 por ciento de su tesorería, India el 5,5.

Lo que agrava la situación es la depreciación de las monedas en estados que ya enfrentan una alta inflación y sufren de infraestructura deficiente, falta de transparencia, corrupción y burocracia ineficiente.

A la vista del iceberg, los timoneles -los bancos centrales de los países emergentes- comenzaron a vender las reservas monetarias acumuladas para comprar moneda local y defender la moneda. Alguien (ver bajo Brasil y Turquía) ha elevado las tasas de interés. Otra palanca de emergencia fue frenar las importaciones para contener el déficit comercial.

Mientras tanto, la colisión se acerca. Y si los timoneles no pueden virar en la dirección correcta, una versión 2.0 de la crisis financiera de 2007 se avecina en el horizonte, cuando las economías del sudeste asiático hundieron las monedas y la fuga de capitales en una profunda recesión. Un abismo que amenaza con devolver la Atlántida al remitente.

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