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15 DE MARZO – La discriminación contra las mujeres lastra el crecimiento y le cuesta a Italia el XNUMX% de su PIB

15 DE MARZO - Christine Lagarde y Patricia Arquette contra el ostracismo de la mujer en el trabajo - La discriminación femenina cuesta el 9% del PIB en Italia y 7 billones de dólares en el mundo - En nuestro país la brecha salarial entre hombres y mujeres es del XNUMX% Lo smart working by Irene Tinagli y el premio para las madres primerizas que vuelven al trabajo propuesto por Ilaria Capua

15 DE MARZO – La discriminación contra las mujeres lastra el crecimiento y le cuesta a Italia el XNUMX% de su PIB

¿Qué hacen dos personajes tan diferentes, y pertenecientes a mundos diametralmente opuestos, como Christine Lagarde, e Patricia Arquette? Sin embargo, en los últimos días, también gracias a la proximidad del 8 de marzo, sus nombres se han colocado uno al lado del otro para una postura común a favor de las mujeres. La madre soltera de Niñez eligió el escenario de los Oscar para invocar la igualdad salarial entre mujeres y hombres (ya que eso nos lo imponen como contribuyentes…); la máxima directora del Fondo Monetario Internacional, normalmente mesurada y sobria (como su cabello candor) habló de conspiración, conspiración, conspiración contra las mujeres en todo el mundo. Una elección léxica muy precisa que no deja lugar a malentendidos.

El ostracismo del sexo débil del mundo productivo es un lastre gigantesco para el crecimiento global: en los Estados Unidos, la discriminación femenina cuesta un 5% (adicional) del PIB; en Italia estamos al 15%. En Egipto el 34%. Porcentajes aterradores, sobre todo en una etapa donde el crecimiento representa una especie de mantra universal, que, traducido en pocas palabras, ascienden a nueve billones de dólares en Cuba. Sí, nueve billones de dólares que faltan porque, en todo el mundo, las mujeres se refugian en plan Bs, opciones alternativas (y menos valiosas) a aquellas a las que podrían aspirar sus talentos y preparación.

No puede ser entera y únicamente culpa de la falta de iniciativa del género femenino o de una escasa voluntad de gastarse en tareas "onerosas" en cuanto a tiempo y responsabilidad... y aquí viene Christine Lagarde a poner el compuesto en su lugares de interés, o aquellas “restricciones legales” que impiden que las mujeres sean “económicamente activas”.

Todo esto también quedó fotografiado en la Brecha de Género elaborada por el Foro Económico Mundial que, al esbozar las tendencias mundiales, destaca situaciones que no son idílicas en nuestro país. De los 142 países cubiertos por la encuesta, Italia, que ocupa el puesto 69 de media, obtiene mejores resultados en la valorización política de las mujeres (puesto 37, gracias al resultado de las elecciones de 2013), pero cae al puesto 114 bajo el epígrafe "participación y oportunidades económicas".

Traducido, en el nivel económico general, las mujeres italianas están en malas condiciones y están mucho peor que los hombres. Cuando trabajan, sufren una brecha salarial estimada de alrededor 7%; son el grupo de trabajadores que recurren más que otros al trabajo a tiempo parcial (con la consecuencia de salarios más bajos, menor participación en la vida de la empresa, menores, si no nulas, posibilidades de promoción; pensiones en la vejez mucho más bajas) y ocupan los peldaños más bajos de la estructura corporativa.

En la Europa de los 28 ciertamente hay quienes están peor que nosotros si la brecha salarial promedio supera el 16%, pero la sección transversal italiana no es emocionante entre las diferentes áreas del país en términos de empleo. El Norte en su conjunto alcanza el objetivo deseado en Lisboa en 2000 (60% de empleo femenino) mientras que en el Sur los porcentajes se reducen a la mitad.

¿Es posible invertir el rumbo? Diría que es imprescindible si quieres darle una nueva vida al país, a todo el Occidente industrializado. Más trabajo para las mujeres equivale no solo a más producto interno bruto sino también a menos cunas vacías. En Italia estamos en mínimos históricos en términos de tasa de natalidad (8,5 nacimientos por cada 1000 habitantes) elimitamos el daño sólo gracias a la contribución de los extranjeros.

Los remedios? Para crecer profesionalmente y tratar de dar algunos golpes. decisivo en el techo de cristal, el compromiso del individuo es crucial. La actitud derrotista de las mujeres (muchas veces incluso cualificadas) que, ante opciones/compromisos “familiares”, abdican de su papel público, engullidas por estereotipos –anticuados– que otros muchas veces han diseñado para ellas, no compensa. La familia, los niños deben ser un incentivo extra para hacerlo. Y hacerlo bien.

Las jóvenes que no quieren abandonar el mundo laboral no pueden olvidar la formación, tanto top-down como modalidad autogestionado; deben aprender el arte de negociar, preguntar y saber pedir con igual asertividad.

De las instituciones podemos (debemos) esperar un apoyo que se materialice en más servicios (que no deben entenderse como libres) para la familia, políticas generalizadas de reconciliación de tiempo trabajo-familia incluyendo la introducción/reconocimiento de trabajo inteligente (a quien ve entre sus principales seguidores irene tinagli, economista, diputada y madre de un niño de un año y medio), posible hoy también gracias a las soluciones que ofrecen las tecnologías fáciles de usar y  sobre el que se encuentra un proyecto de ley en el Parlamento.

También para atajar el todavía elevado temor de que las primíparas dejen el trabajo cuidando al bebé, sería deseable, como repitió con convicción en varias ocasiones. Ilaria Capúa – Parlamentaria de Elección Cívica por Italia, viróloga y madre – para recompensar económicamente a aquellas nuevas madres que decidan volver a ejercer sus funciones al final del período de ausencia obligatoria (con nosotros 4 meses totalmente pagados). Un instituto difundido aunque con diferentes modalidades que no está previsto en sólo tres países del mundo. Y aquí viene el sorpresa: hacer compañía en Omán y Papúa Nueva Guinea nada menos que Estados Unidos.

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