España está en el ojo de la tormenta. Moody de hecho, decidió, por un lado, poner en observación la actual calificación Aa2 con posibles implicaciones negativas y, por otro, recortar la nota a 6 regiones importantes (Castilla la Mancha, Murcia, Valencia, Cataluña, Andalucía, Castilla y León), además de dirigirse al País Vasco, Extremadura, Galicia y Madrid). Aparte de los "bonos patrióticos", lanzados a principios de año por un importe de 4 millones de euros por Cataluña. Se necesitaría mucho más para restaurar la situación financiera de las comunidades autónomas y del país.
Es necesaria la mano firme de un nuevo presidente, dado que ahora tiembla la de Zapatero ante la elecciones, anticipado por el plazo natural de la próxima primavera, hasta el 20 de septiembre. España, por tanto, flaquea. El coste del dinero es cada vez más elevado, a raíz de una desconfianza generalizada que ha llevado a que las rentabilidades de los 'bonos' superen el 6% y la brecha con los bunds supere el umbral de los 370 puntos. Todo ello con una tasa de paro en torno al 21%, una inflación del 3% y un déficit público que difícilmente se situará en los parámetros de Maastricht a tiempo.
Por eso Moody's lanzó hoy su campana de alarma que afecta al país, a las regiones, pero también a los bancos. Gigantes como Santander y BBVA (resultados semestrales inferiores a lo esperado), pero también La Caixa se arriesgan a un fuerte recorte de su nota en las próximas semanas. Como diciendo que España se ahoga con agua y necesita un cambio radical (de Gobierno, de política económica y social) para poder cambiar de marcha y reactivar el crecimiento.
Quizás, pensando en el modelo federal que en los últimos años ha ido demasiado lejos y ahora está fuera de control. Baste decir que una autonomía como Cataluña tiene una deuda superior a los 30 millones de euros, más de la cuarta parte del total de las regiones. El año pasado el Gobierno de Zapatero, para no perder aliados, de hecho aflojó los hilos de la bolsa, permitiendo que las comunidades autónomas recaudaran el 50% del Irpef (del anterior 33%), el 50% del IVA (del 35%), el 58 % de impuestos especiales (a partir del 40%). Demasiado, sobre todo cuando la crisis golpea con fuerza y empieza a afectar a los fundamentos del estado del bienestar español: la seguridad social y la sanidad.
