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Monti, el optimismo de la razón. Primero la emergencia, luego la verdadera modernización

El nuevo primer ministro ha refutado la idea de que Italia esté encargada por Europa o por el BCE, porque en realidad lo que piden los organismos internacionales corresponde a medidas ya estudiadas y propuestas por muchos centros de investigación italianos - La política en dos etapas: primero abordar el emergencia, luego lanzar una modernización general de las estructuras económicas

Monti, el optimismo de la razón. Primero la emergencia, luego la verdadera modernización

Más que una lista detallada de las medidas que deberán adoptarse para hacer frente a la emergencia de la situación financiera italiana y europea, el programa presentado por Monti al Senado tiende a proporcionar un nuevo paradigma cultural al que se adherirá el Gobierno y a que también nos invita a sintonizar las fuerzas políticas en interés no sólo de Italia sino también de la política misma que debe "reconciliarse con los ciudadanos" para seguir siendo el "corazón palpitante de la democracia".

El lenguaje que no concede nada a la retórica cambia e incluso al referirse a las consignas en las que se pretende inspirar la actividad del nuevo Gobierno, como el tríptico "rigor, crecimiento, equidad", se hace en un tono sosegado, como si Era obvio que el rigor sin crecimiento no puede lograr el objetivo de sacar a Italia del apuro. Así como Monti refutó contundentemente la idea de que Italia está encargada por Europa o peor aún por el BCE, porque en realidad las cosas que han pedido los organismos internacionales no son otras que las ya estudiadas y propuestas por muchos centros de investigación italianos y que por tanto ya todos sabían. muy bien, solo que de momento no hemos encontrado fuerzas para hacerlos.

Además, como premisa de todo el discurso, Monti explicó que la crisis no es sólo italiana, sino que afecta más a nuestro país que a otros, que está teniendo más dificultades que otros para salir de ella, y que si el euro fallara , toda la construcción europea estaría en peligro . Muchas de las dificultades encontradas por toda Europa en la gestión de la crisis se debieron a fallas en la gobernanza. Sin duda, será necesario hacer cambios profundos en las reglas europeas y es fundamental que Italia deje de ser considerada el eslabón débil de la cadena lo antes posible y pueda recuperar el lugar que le corresponde en los órganos de decisión comunitarios porque si dejar todo a otros para que decidan, no se dice que estos otros también tienen en el corazón los intereses de nuestro país.

Los políticos tranquilizados sobre el hecho de que el gobierno provisional sería mejor llamarlo de compromiso nacional) no quiere reemplazar al Parlamento y a los partidos, y habiendo aclarado nuestros intereses y nuestros objetivos frente a la Europa con la que nos identificamos, Monti también indicó a grandes rasgos las acciones que su gobierno pretende llevar a cabo. El rigor, el crecimiento y la equidad siempre están entrelazados, ya que se apoyan mutuamente. Sólo en un pasaje el Primer Ministro parece estar abogando por una política en dos etapas: primero para hacer frente a la emergencia y luego para lanzar un proyecto general para la modernización de las estructuras económicas que es esencial para el crecimiento. En realidad, las dos cosas deben ir de la mano dado que incluso las medidas de emergencia deben contener aspectos estructurales que serán efectivos durante un período de tiempo más largo pero que son indispensables para influir en las expectativas de los inversores, que se preocupan no sólo con el resultado inmediato de sus elecciones pero sobre todo con la sostenibilidad de su inversión en el tiempo.

El mayor énfasis a lo largo de la intervención estuvo en el crecimiento. Sacrificios ha habido – dijo Monti – y los habrá. Habrá que hacerlo en nombre de la equidad, yendo a calcular esta equidad no sólo hacia los grupos sociales y políticos más fuertes y organizados, sino también hacia todos aquellos que no tienen fuerzas para asociarse, como los jóvenes y las mujeres. “dos grandes riquezas despilfarradas de este país”.

 Sobre medidas concretas, Monti prefirió no entrar en detalles en la mayoría de los casos aunque citó la mayoría de los capítulos que han sido parte del debate durante algún tiempo, desde recortar los costos de la política hasta reorganizar la administración, desde privatizaciones hasta liberalizaciones, desde la evasión fiscal hasta la aparición del trabajo no declarado. Fue un poco más detallado en tres puntos: las pensiones, el mercado laboral, la fiscalidad de los bienes inmuebles o, en todo caso, de los activos.

Sobre la seguridad social, dijo que, a pesar de estar en una buena situación en materia de pensiones de vejez gracias a las reformas ya realizadas, aún existen demasiadas desigualdades de trato y demasiados privilegios que fragilizan el sector. En el mercado laboral, subrayó que, con el consentimiento de los interlocutores sociales (y no se trata de un incidente baladí), habrá que nivelar una situación en la que se ve un dualismo inaceptable y antieconómico entre los demasiado protegidos y los que no es para nada. Además, será necesario acercar la negociación a las empresas y abordar la reforma de las redes de protección social.

Fue más matizado en el tema de los activos. En primer lugar, parece haber descartado una medida puntual de doscientos o trescientos mil millones de euros para abatir la deuda pública de un golpe. En cambio, al señalar que en Italia los impuestos inmobiliarios son mucho más bajos que en otros países europeos, pareció inclinarse por restaurar el ICI también en las primeras viviendas. En otro pasaje del discurso, sin embargo, Monti vinculó el aumento de los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria y el consumo a la posibilidad de reducir la tributación sobre el trabajo y las empresas, lo que serviría para recuperar algo de competitividad a nuestras producciones. ¡Y sobre este tema las diversas fuerzas políticas ya se han desatado con las habituales polémicas y acusaciones de carnicería social!

Ciertamente, Monti no ha ocultado las dificultades que habrá que superar. El tono se mostró conciliador, tendiente a infundir confianza no sólo a los ciudadanos sino sobre todo a las fuerzas políticas que deberán aprobar sus disposiciones en el Parlamento. Sin embargo, la racionalidad por sí sola no podrá romper todos los muros que nuestras ciudadelas políticas han construido en defensa de sus votos y más aún de su clientela. La Liga es la primera en demostrar que antepone la defensa del propio patio a los intereses generales, pero vendrán otras cuando se discutan medidas individuales. El nuevo primer ministro tendrá que ser más cruel si quiere completar la tarea "extremadamente difícil" que ha emprendido.

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