La cola en correos, en el banco, en la compañía de seguros: para muchos es un lastre, para otros, en tiempos de crisis, puede ser incluso una oportunidad de negocio. Solo pregunta Juan Cafaro, un desempleado de 42 años, natural de Campania pero residente en Milán, y demasiado tiempo en la cola de la oficina de empleo: licenciado en Ciencias de la Comunicación, hace cola en lugar de los que ya no tienen paciencia ni ganas. Cobra 10 euros la hora y además expide un recibo fiscal.
Cafaro inventó un verdadero trabajo desde cero, reaccionando a tiempos de crisis. Haciendo cola en el enésimo mostrador, pensó que el tiempo de espera tenía un precio que alguien estaría dispuesto a pagar. Así que el exconsultor de marketing trató de escribirlo en un volante, repartió cinco mil amarillos y azules por todo Milán. El mensaje es claro: “¿Tu cola en el mostrador? Lo tomaré a partir de hoy.".
Giovanni se ofrece a sí mismo como una especie de ayudante de mantenimiento para cualquier persona que necesite apoyo en la realización de trámites. "Las colas para pagar el Imu son mi pan", dice en una entrevista con La Imprimir. Su historia se parece a la de muchos italianos.
Para contactarlo, por ahora, son en su mayoría pensionistas y trabajadores que saben poco sobre tecnología de la información. En promedio, un par de clientes al día, al menos dos horas por compromiso. Lo hace mejor cuando puede agregarlos en la misma fila. En la crisis más oscura se inventó una profesión honesta y regularmente facturada. Felicitaciones.