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México y nubes sobre la Casa Blanca

De AffarInternazionali.it – Hay dos motivos principales para la preocupación mexicana en 2017: la elección a la Casa Blanca de un presidente estadounidense abiertamente hostil y el deterioro progresivo de la situación económica

México y nubes sobre la Casa Blanca

Los mexicanos sabemos desde hace meses que 2017 no será un año fácil. Las razones principales son dos. El primero es la elección de un presidente de Estados Unidos que no se cansa de repetir discursos antimexicanos y de tildar de "desastre" (amenazando con acabar con él) al TLCAN, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte que ha sido, durante algunas décadas, el principal motor de la economía de México. La segunda razón es el creciente descontento interno provocado por el progresivo deterioro de la situación económica.

Tras la cancelación de la visita del presidente de México, Enrique Peña Nieto, a la Casa Blanca el miércoles 31 de enero, se viene gestando una crisis que se agrava desde hace varias semanas. Y que, por desgracia, ya ha costado varias vidas.

Gasolinazo y desorientación

El repentino anuncio por parte del gobierno de un aumento del 20% en el precio de la gasolina ha desatado una ola de descontento, con protestas -a menudo violentas- que han invadido plazas y calles en casi todo México. Hasta el momento, el llamado "gasolinazo" ha causado seis muertos, la detención de más de mil personas y cientos de saqueos registrados en 27 de los 32 estados del país.

Sin embargo, lo que más indignó a la población mexicana fue la reacción débil e indecisa de su presidente. En un comunicado oficial televisado, tratando de mostrar firmeza, Peña Nieto afirmó que los problemas del país son de carácter "externo", que un aumento de tales proporciones en la gasolina era "la única alternativa para no recortar los planes sociales", y que la culpa pues esta situación radica en el legado que dejaron los gobiernos anteriores.

El presidente mexicano se olvidó de mencionar que ya lleva más de cuatro años en el cargo y que el costo de los programas sociales afecta solo a un porcentaje insignificante del gasto público mexicano. Sin embargo, el pasaje que más nos deja desconcertados es aquel en el que pregunta a sus compatriotas: "¿Qué habríais hecho vosotros en mi lugar?".

Ahora bien, es comprensible que Peña Nieto pueda estar confundido por la compleja situación que se le presenta, pero hacerle semejante pregunta a quienes lo eligieron es nada menos que dejar en claro que él, el capitán del barco, no tiene la menor idea de dónde o cómo navegará su barco en los próximos años.

La relación con Trump

Como prueba de ello, basta con repasar sus decisiones más recientes. Tras destituir a Luis Videgaray, el colaborador que le había aconsejado invitar al entonces candidato republicano Trump a una visita oficial a México -elección que generó una acalorada polémica nacional y cierto desprecio internacional-, el mandatario se limitó a retirarlo, nombrándolo incluso ministro de Relaciones Exteriores. Asuntos.

Y Videgaray, en una de sus primeras declaraciones, afirmó que la relación con Washington "no será de sumisión". Peña Nieto trató de cerrar la brecha, hablando sobre la cuestión del muro fronterizo que Trump quiere construir y hacer que México pague.

Por otra parte, sin embargo, el presidente trata tímidamente de elaborar una contrapropuesta a las críticas al TLCAN realizadas por su nuevo homólogo estadounidense, en un intento por no hacer que el acuerdo sucumba del todo. En todas las opciones adelantadas hasta ahora, sin embargo, México siempre sale perdiendo, aunque menos de lo que le gustaría a Trump.

“Revisar un tratado que ya tiene veinte años puede ser una buena idea”, dijo Peña Nieto inmediatamente después de la votación en EE.UU. Una ocurrencia que no traslucía claridad de propósito, y que ciertamente no ayudó a su país.

Tanto es así que incluso antes de asumir el cargo, Trump ya había cosechado un éxito, logrando -a fuerza de presión- desviar las inversiones de los fabricantes de automóviles del país latinoamericano a su propio territorio nacional.

Entre 2011 y 2014, México atrajo más de $10 mil millones en inversiones de multinacionales estadounidenses, lo que lo convirtió en el fabricante de automóviles más grande de América Latina. Si las empresas automotrices se fueran, se perderían millones de puestos de trabajo y el desempleo explotaría.

El gobierno respondió anunciando recortes en el gasto ejecutivo y adoptando medidas de austeridad. Lo más lejos que puedas imaginar del concepto de "réplica efectiva y orgullosa".

Peña Nieto en riesgo

La falta de perspectiva y claridad de planes del gobierno ha exasperado a los mexicanos y los ha llevado a salir a las calles a exigir la renuncia del presidente.

Es cierto que el escenario internacional no ofrece un panorama generoso, pero el hecho de que tanto Peña Nieto como sus colaboradores ni siquiera hayan elaborado de antemano una estrategia clara para afrontar tal perspectiva no sólo es preocupante, sino que es una prueba clara de la hecho de que menos esperaban una victoria de Trump.

Peor aún, la apuesta del gobierno por una política de recortes presupuestarios y subida de los precios de los combustibles, en un momento tan delicado en el que hay que ganar -y no perder- el apoyo popular, fue un auténtico suicidio político propio. No en vano, hoy menos del 25% de los mexicanos apoya al presidente.

En las calles, gritos y consignas presentan temas que Peña Nieto no mencionó en sus discursos: escándalos de corrupción que involucran a varios de sus colaboradores (entre ellos su esposa), homicidios que han aumentado más del 15% en los últimos meses, la ausencia del Estado en varias regiones, la inacción de un exgobernador del mismo partido que el presidente, el desplome del tipo de cambio del peso frente al dólar.

Factores todos que preocupaban a los mexicanos mucho antes de que Trump fuera electo, y a los que ahora se suman los temores de una nueva recesión provocada por la asunción del cuadragésimo quinto presidente estadounidense.

Con la situación cada día más difícil, los dos años restantes del mandato presidencial empiezan a parecer una eternidad, tanto para Peña Nieto como para los mexicanos.

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