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Marini, un candidato en la balanza: el retrato de un sindicalista católico

Originario de Abruzzo, se convirtió en secretario general de la CISL en 1985 - Expresión de la corriente de extrema izquierda de la DC, fue uno de los fundadores del Partido Demócrata, luego Ministro del Trabajo y Presidente del Senado - Gran mediador, pero su apodo es el lobo marsicano

Marini, un candidato en la balanza: el retrato de un sindicalista católico

Pero, ¿quién es Franco Marini, que ha salido a la palestra en la última jornada? Nacido en 1933 en San Pio delle Camere, en la provincia de L'Aquila, y apodado Lupo marsicano por sus orígenes abruzenses y por su capacidad de mantenerse en la sombra a la espera del momento más propicio, Marini, de educación y confesión católica, se inscribió en la Democracia Cristiana en 1950, con apenas 17 años. Durante sus estudios universitarios comenzó a trabajar en la oficina de contactos y conflictos de la CISL, el sindicato de inspiración cristiano-católica, del que se convirtió en Secretario General en 1985.

Al final de esta experiencia, su carrera política recibe la primera aceleración real. A la muerte de Carlo Donat-Cattin, Marini heredó su dirección de las nuevas fuerzas, la corriente más izquierdista de la DC, ascendiendo después de Tangentopoli al papel de protagonista de la vida política italiana. Tras convertirse en secretario del Partido Popular en 1997, se unió finalmente al Partido Demócrata, del que es uno de los fundadores, tras una breve incursión en la Margherita.

Un currículum que habla claro, por tanto, y que habla de toda una vida entre sindicatos y Parlamento y que sitúa a Marini en una zona de izquierda moderada y de inspiración católica. Pero al mismo tiempo, un hombre del pueblo, como lo definió Silvio Berlusconi al acoger su candidatura, dado su origen humilde y su cercanía a las necesidades de los trabajadores, durante su dilatada trayectoria en la CISL. Para algunos, por el aire sobrio y vagamente áspero, combinado con la peculiaridad de la pipa y la facilidad para acercarse a la gente común, recuerda Sandro Pertini.

El expresidente del Senado (entre 2006 y 2008) representaría una opción de tregua y ciertamente no de esa innovación que muchos pedían, de esa ruptura con la vieja política que muchos esperaban. Una elección que encajaría en la lógica de los amplios acuerdos, y que paradójicamente acabó escindiendo a su partido, encontrando en cambio consensos compactos en las filas del centro-derecha.

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