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El euro es irreversible pero hay que redefinir los parámetros de Maastricht eliminando los populismos

Para apoyar al euro frente a las oleadas de euroescepticismo y populismo, es hora de redefinir los parámetros de estabilidad fijados en el Tratado de Maastricht – El papel central del BCE en el ensayo “La Unión Bancaria Europea. Un reto para una Europa más unida”, publicado por Utet.

El euro es irreversible pero hay que redefinir los parámetros de Maastricht eliminando los populismos

Los recientes problemas suscitados por la ley de estabilidad, junto con los acontecimientos de los últimos días que parecen destinados a innovar la estructura de los partidos políticos de nuestro país, vuelven a poner sobre la mesa la cuestión de la irreversibilidad del euro. Así lo informó la prensa especializada, que planteó la hipótesis de «nuevas alianzas» entre Grillo y Berlusconi en sus críticas a la 'moneda única', a las que ambos responsabilizan de la difícil situación actual en la que se encuentran la mayoría de los italianos.

En una consideración más cercana, esta crítica, al referirse a condiciones concretas de grave dificultad, no evalúa adecuadamente las razones que están en la base de la realidad actual. Esto último es, de hecho, atribuible principalmente a los efectos negativos de la crisis financiera y de deuda soberana que, en los últimos años, ha afectado a gran parte de Europa, sometiendo a una dura prueba la estabilidad de los Tratados de la UE. Más concretamente, en lo que se refiere a la Eurozona, esta crisis ha puesto de manifiesto los límites de la construcción hipotetizada en el Tratado de Maastricht; de ahí el planteo de dudas sobre la credibilidad misma del euro y sobre la sostenibilidad de políticas comunitarias capaces de resolver las numerosas cuestiones de las que depende el destino futuro del continente.

A nivel general, se produce un resurgimiento del papel principal del Estado en la conducción de las políticas económico-financieras; esto se traduce en una reducción de la lógica del mercado y de la capacidad de autorregulación de los sistemas. De ahí la configurabilidad de una creciente discrepancia entre la actuación de los órganos de gobierno europeos y la de la élite técnica encabezada por el Banco Central Europeo. Huelga recordar que el BCE, en los últimos años, ha asumido un papel primordial a través de la preparación de las denominadas operaciones. no convencionales (desde los ya implantados 'Programa Mercado de Valores' y 'Operaciones de Refinanciación a Largo Plazo' hasta 'Operaciones Monetarias Directas'), con los que ha hecho frente a los acontecimientos excepcionales acaecidos en los mercados financieros con motivo de la crisis.

En este contexto, en el seno de los Estados en crisis han surgido tendencias sociopolíticas que han reaccionado a los criterios de austeridad que les imponen los mecanismos centroeuropeos tanto rechazando todas las medidas restrictivas como hipotetizando modelos utópicos de 'democracia directa' basados ​​en web- basadas en técnicas participativas. Estas tendencias se resuelven en formas de euroescepticismo y en la reafirmación de identidades nacionales contrarias a las estrategias de crecimiento comunitario.

No cabe duda de que, en la UE, se ponen de manifiesto los límites de un modelo normativo deficiente en materia de “unión política”. También se identifica la dificultad de implementar un posible esquema institucional capaz de conciliar la fórmula federalista con la cogestión orientada a la solidaridad en los riesgos. En el fondo, emergen los temas críticos de un importante desfase cultural entre los pueblos europeos y, por tanto, la necesidad de superar las profundas antinomias que caracterizan actualmente las relaciones entre los Estados miembros.

Un paso significativo en la dirección de un sistema financiero europeo más cohesionado y homogéneo se dio con la introducción de la Unión Bancaria (Mecanismo Único de Supervisión) adoptada por el Consejo Europeo con el claro objetivo de fortalecer la construcción de la Unión a través de la supervisión bancaria hasta el homogeneización de formas operativas y, por tanto, adecuadas para mejorar la coordinación y cooperación entre los estados miembros.

No hace falta decir que habrá que añadir otros remedios a este remedio; principalmente una acción dirigida a redefinir los parámetros de 'estabilidad' establecidos en el Tratado de Maastricht y, más en general, a revisar el marco de poder de los organismos europeos. Es claro que se requieren intervenciones 'políticas' en las que se requiere una reducción de las tendencias hegemónicas de los países europeos que han sacado ventajas competitivas de la crisis, ligadas sobre todo a una fácil atracción de capitales fugitivos de economías en dificultades.

Es cierto que la excelente calidad del complejo mecanismo que regula el mercado financiero italiano es señalada por muchos sectores, como -entre otras cosas- quedó representado en la Conferencia sobre el 'Informe de Gobierno Corporativo 2013', celebrada en Consob el 18 de noviembre. último No debemos ocultar, sin embargo, que un importante impedimento al interés de los inversionistas institucionales extranjeros permanecerá hasta que nuestro país logre, por un lado, liberarse de la deriva populista que impide la adopción de una adecuada reorganización, además de asumir plena conciencia de la legitimidad de promover formas de reequilibrio en los foros europeos competentes que aseguren la igualdad y la solidaridad entre todos los participantes en la Unión.

Abordé este tema en un libro reciente publicado por UTET (The European Banking Union. A challenge for a more united Europe, Turín, 2013) en el que se sitúa el nuevo papel del BCE en el centro de una investigación sobre el orden financiero europeo. ; esto, mirando al futuro de la UE no sólo con los ojos del corazón, sino con la justa expectativa de quienes tienen fe en la acción responsable de los Gobiernos que aún creen en la realización de este proyecto.

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