El último ejemplo es de hace dos días: con el críptico anuncio y el confuso y parcial revés que hizo la Autoridad de Energía
sobre la reducción de tarifas para el almacenamiento de gas natural. Aquel movimiento prácticamente quemó más de 4 millones de euros en Bolsa en pocas horas, que las modestas recuperaciones de ayer y hoy de Snam, Terna, Enel y las grandes utilities que esperaba la revisión regulatoria desde principios de 2016 solo han compensado parcialmente y en el que tal vez incluso Consob debería haber asestado un golpe.
Pero lo que llama la atención es que ha quedado en el campo una vulnerabilidad que va más allá de los valores económicos. Seamos claros: que, en tiempos de gasto, haya una revisión a la baja de las tarifas que de alguna manera beneficie a empresas y hogares no solo es una cosa sino que es deseable. Es tan deseable que los valores de mercado de las acciones de las empresas de redes y servicios públicos ya incorporaron esta perspectiva.
Pero el punto crucial es otro y es la señal que, a sabiendas o no, dio la Autoridad, que también es considerada uno de los mejores entes reguladores del país, al sugerir que no quería proceder solo con la rebaja de la tarifa. remuneración de las actividades redes y servicios regulados pero que se deseaba cambiar las reglas del juego con la adopción de nuevos parámetros controvertidos (como la inflación plana del 1,5% como base del coste del capital invertido y reconocido en letras) y eso se hizo de una manera tan confusa como poco transparente.
Esto es lo que envió a Snam y Terna a la Bolsa de Valores el lunes y esto es lo que alarma a los inversores. Confirmando que no hay nada más temible para los mercados que la inestabilidad y falta de transparencia de las reglas del juego. Si no decidimos volver a ser confiables, de nada sirve llorar si las inversiones extranjeras no regresan. Es natural que este sea el caso.