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La productividad es el motor de la recuperación pero el papel del Gobierno y de los interlocutores sociales es fundamental

DISCURSO de ROSARIO ALTIERI, presidenta de AGCI - La productividad es la base de la recuperación económica pero el Gobierno debe poder coordinar y decidir y los actores sociales deben poder vincular los intereses sectoriales a los generales - Tiene razón Messori al pedir redes de protección social pero Laterza no se equivoca al plantear el tema de los recursos.

La productividad es el motor de la recuperación pero el papel del Gobierno y de los interlocutores sociales es fundamental

Partamos de estas premisas que todos compartimos: las previsiones económicas más recientes para nuestro país traen perspectivas de estabilización para finales de 2012 según unos e hipótesis de caminos aún impermeables para lograr el equilibrio presupuestario según otros.

La tasa de crecimiento de nuestro PIB debería volver a ser ligeramente positiva en 2013 debido al fortalecimiento de la demanda global y un débil aumento de las inversiones empresariales. También siguiendo los esfuerzos de consolidación fiscal realizados por nuestro Gobierno, se estima que la la recesión continuará en los próximos meses y que tuuna recuperación sustancial de laEconomía italiana sin embargo, no llegará antes de 2014.

cómo AGCI y como la Alianza de Cooperativas Italianas (ACI), inmediatamente subrayamos que el camino trazado por la corriente gobierno de Monti iba en la dirección correcta. tenemos de hecho agradeció el esfuerzo por contener el gasto público y evitar, al mismo tiempo, que las medidas, aunque necesarias en su rigor, produzcan nuevos efectos depresivos sobre el ya decreciente consumo.

Sin embargo, ahora parece apropiado señalar que los llamados "Revisión de Gastos" no se ha traducido tanto en una revisión del gasto encaminada a su racionalización y cualificación, como en la aplicación de reducciones y recortes muchas veces indiscriminados sobre todo en algunos sectores, como el socio-sanitario, en el que, quizás más que en otros, es necesario intervenir sobre el gasto improductivo para revalorizar el indispensable para adecuar cuantitativa y cualitativamente los servicios prestados a las necesidades. Sin que los sujetos que suministran bienes y servicios esenciales a las administraciones públicas destinados a garantizar los derechos y protecciones de los ciudadanos estén llamados a pagar el despilfarro.

Urge liberar a las empresas de una serie de trabas que frenan su actividad, impidiendo su crecimiento y, de hecho, obligándolos a menudo a realizar acrobacias difíciles para evitar el punto muerto y el cierre.

La referencia aquí es, en primer lugar, a demasiados trámites burocráticos, que se superponen configurando a menudo duplicaciones inútiles: una mayor simplificación será sin duda beneficiosa sobre todo en la fase de puesta en marcha de las actividades empresariales y una informatización completa de los procedimientos previstos, si se realiza en nombre de la eficiencia y la fiabilidad, reducirá el tiempo que los interesados ​​deberán dedicarse hoy a los trámites administrativos y harán más fluida la comunicación con las oficinas competentes.

Igual de alta prioridad parece ser la liberación de pagos por parte de la Administración Pública a las empresas proveedoras, ahora literalmente aplastados por retrasos de largo plazo, así como por la relajación de la crisis crediticia que está frenando severamente el potencial de crecimiento e inversión de nuestras realidades productivas: estas situaciones, como es fácil adivinar, pesan más sobre las PYME, que son menos bien capitalizados y más necesitados de apoyo bancario para financiar sus programas de desarrollo.

Además, como ya se mencionó, todavía hay muchos focos de desechos dentro de la Autoridad Palestina, incluido un costo excesivo de la póliza: precisamente en estos el hacha debe ser golpeada con mayor firmeza. Y, si se han de determinar las condiciones para la recuperación, también es imprescindible que los recursos derivados de estas intervenciones se destinen, con absoluta prioridad, al aligeramiento de la carga fiscal de las empresas y al refuerzo del presupuesto a destinar a la protección de los ingresos de los trabajadores a punto de perder su trabajo o ya excluidos del mercado laboral.

Efectivamente, tiene razón Marcello Messori cuando dice que las consecuencias del necesario aumento de la productividad, en términos de aumento del desempleo y la desocupación, deberán ser absorbidas por un sistema universal y efectivo de redes de protección social.

Por otro lado, cuantos, como no se equivocan Alejandro Laterza, al tiempo que comparte la propuesta de apoyar una acción conjunta entre el Gobierno y los agentes sociales en la dirección mencionada, identifica la captación de los fondos indispensables para llevarla a cabo como un obstáculo probablemente hoy insalvable.

Y es que la resolución de las mencionadas problemáticas se configura como un requisito imprescindible para la reactivación de nuestra economía, que sin embargo podrá recuperarse si el repunte del consumo y por tanto de la demanda interna va acompañado, de hecho, de un aumento significativo de la productividad, de modo que las propias empresas puedan presentarse en los mercados internacionales con unas cuantas bazas más en términos de competitividad.

El crecimiento de la productividad no puede ni debe entenderse como un factor relacionado únicamente con el trabajo: viceversa, es esencial que también involucre capital material e inmaterial, ya que instrumentos obsoletos hoy comprometen cualquier posibilidad de desarrollo, como tecnologías obsoletas o conocimientos que no se actualizan continuamente.

Entonces, para abordar de manera concreta el desequilibrio entre las distintas zonas del país, se necesita política de infraestructura que al menos reduzca la brecha entre los territorios más dotados (ubicados principalmente en el Norte) y los menos equipados (casi todos en el Sur).

El refuerzo de la investigación y un mayor impulso a la innovación no son elementos auxiliares en el marco de una estrategia encaminada a relanzar el país en el contexto globalizado, sino que, por el contrario, se configuran como premisas indispensables para poder perseguir este objetivo centrándose precisamente en una mayor capacidad productiva y en una calidad más apreciada de nuestros productos que a los de la competencia.

Al mismo tiempo, es necesario favorecer uno distribución más justa de la riqueza, incluso encontrando el coraje de socavar las posiciones de rentas vitalicias establecidas desde hace mucho tiempo, para poder remunerar el capital y el trabajo de manera más adecuada.

En el frente, de hecho, del trabajo, entre los que reclaman una amplia flexibilidad y los que están a favor de la defensa de garantías tal vez ahora anacrónicas, hay que identificar mecanismos y soluciones que abren las puertas a una combinación más eficaz entre el momento de la formación y el de la búsqueda de empleo, haciendo que las necesidades profesionales que emergen del mercado se encuentren de manera más virtuosa con la oferta escolar y universitaria en términos de habilidades, conocimientos y profesionalismo.

Todo, por supuesto, sin abandonar a los parados y a los parados a sí mismos, para lo cual es necesario establecer un adecuado sistema de redes de seguridad social, sin por otra parte detenerse en la vacilación de apoyar políticas laborales activas.

Esto en el marco de opciones estratégicas que apuntan a la construcción participación de los representantes de los empleadores y de los trabajadores y que en todo caso se asumen aun cuando no sea posible obtener su reparto: se apela al sentido de responsabilidad de cada actor en relación con el papel que cubre.

Le fiestas sociales de hecho, están llamados a representar los intereses específicos de la categoría de referencia, pero esto no significa que el interés general pueda ser relegado a un segundo plano, es decir, solo algunos sujetos deben estar exentos de sacrificios.

no son tolerables en otras palabras, estériles posiciones de atrincheramiento en defensa de los intereses que se representan: con estas actitudes no estamos ayudando al país a salir de la arena movediza en la que se ha hundido.

Il gobierno por su parte, tiene la tarea de realizar una papel de coordinación que garantice el respeto de todos los intereses en el campo. El ejecutivo deberá asumir la responsabilidad de decidir con valentía, determinación e inmediatez, evitando ceder a cualquier vacilación, a veces incluso a riesgo de la impopularidad y frente a cualquier amenaza más o menos velada a la paz social.

*** LO ÚLTIMO PRIMERO HABLA sobre productividad: Marcelo Messori (30 de septiembre),Benjamín Lapadula (1 de octubre), Alejandro Laterza (3 de octubre), Julio Sapelli (4 de octubre) 

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