La decisión del Gobierno de no "llegar a un acuerdo final con los interlocutores sociales" sobre la reforma laboral "es en sí misma un hecho políticamente primario", porque "limita el papel de los sindicatos" y "devuelve al Parlamento un poder de decisión al que pertenece, como expresión directa de la soberanía nacional". Así lo sostiene el diputado republicano Giorgio La Malfa.
La decisión de Monti de concluir así las negociaciones “contiene también un mensaje dirigido a la CGIL y al Partido Demócrata -prosigue La Malfa- que no es nada negativo, como se desprende de las reacciones de estas horas. De hecho, era evidente que ningún documento final habría obtenido la firma de todos los interlocutores sociales, dadas las divisiones dentro de los sindicatos. Si el Gobierno hubiera solicitado la firma de un convenio, habría formalizado entonces la escisión del sindicato, con la CISL y la UIL de un lado y la CGIL del otro. Sí, esto le habría creado serias dificultades al Partido Demócrata, porque cuando el Gobierno de Berlusconi hizo acuerdos separados con los interlocutores sociales, el Partido Demócrata podría incluir la posición de la CGIL en su oposición general al Gobierno, mientras que en la situación actual, en que el Partido Demócrata apoya al Gobierno, una ruptura entre el Gobierno y la CGIL pondría al Partido Demócrata en grandes apuros”.
